Temas
- Los Puertos Grises (5:37)
- Mar de Cristal (4:35)
- Saitama (3:08)
- Al Otro Lado del Vado (5.59)
- Piedra (4:53)
- Bajo el Síndrome de Koro (8:23)
- El Lamento de Galadriel (2:52)
- Siete Lunas (5:04)
- Frost (6:09)
- Recuerdos del Futuro (7:44)
- El Mar Nos Llama al Hogar (2:09)
Integrantes
- Manuel Manrique: teclados
- Pedro Párraga: bajo y teclados
- Javier L. Pardo: guitarras y teclados
Colaboradores – Willie Sagnon (batería), Óscar Gavilán (teclados adicionales en
2, 9, 10), Marina Martín (viola da gamba en 3), Curro Cueto (fauta en 4, 7,
10), Carlos Ramírez (guitarra rítmica en 3, 4, 9)
Tricantropus es una banda nueva de veteranos del rock: uno de dichos veteranos
es Manuel Manrique, quien fuera miembro de Azahar, uno de los combos más
originales dentro del movimiento progresivo español. Tricantropus nos da en su
disco debut ”Recuerdos el Futuro” una tremenda oportunidad para disfrutar de un
rock sinfónico generoso en vibraciones melódicas y climas envolventes. Claves
para hacernos una idea del tipo de sonido que elabora el grupo en sus
composiciones y arreglos son Camel, Genesis de la era 76-78, Imán Califato
Independiente, Pegasus, Omni – todos estos referentes pueden ayudarnos a
entender el tipo de matices que se puede hallar en los momentos más
introspectivos y el tipo de colorido en los momentos más extrovertidos. Dentro
del ensamble grupal, la guitarra encarna un eje protagónico firme y seguro para
la explayación de las ideas melódicas en juego, aunque no debemos pasar por
alto las relevantes series de cortinas, armonías y solos ejecutados en los
teclados; por su parte, la dupla rítmica es sólida y precisa, ajustada a su
rol, siempre dispuesta a dejar el mayor lucimiento a la guitarra de Pardo.
El disco comienza con retazos marinos suaves antes de que el cuerpo central de
’Los Puertos Grises’ nos ofrezca un cálido paisaje sonoro. ’Mar de Cristal’
preserva el candor melódico pero aumenta la intensidad, con un cierto realce
del dinamismo rítmico y un mayor manejo de variaciones de ambiente: el ingres
ode elementos jazzeros en la sección más frenética genera una aureola de
entusiasmo bastante contagiosa... !pero qué pena que no dure más! ’Saitama’
estructura un lirismo introvertido y contemplativo: las breves y sobrias líneas
de la viola da gamba encajan muy bien en medio de las cortinas de teclado y los
medidos fraseos de la guitarra solista. ’Al otro Lado del Vado’ nos ofrece más
de la mezcla de sinfonismo y jazz-fusión que ya se había hecho presente en el
tema 2, aunque esta vez el desarrollo de los temas se siente más completo, sin
que se haga desear que la pieza durara un poco más. Con la presencia del
flautista invitado, como que las confluencias con Omni se notan mucho... Este
clima de agilidad continúa vitalizado con ’Piedra’, tema que refleja
influencias de Focus a través del tenor preferencialmente cameliano. ’Bajo el
Síndrome de Koro’, con sus casi 8 ½ minutos de duración, resulta la pieza más
larga del disco. Con su entrada de cortinas espaciales de sintetizador y
serenos acordes de piano, la cosa se anuncia floydiana, y en efecto, las
cadencias reflexivas que brotan de la guitarra confirman fuertemente esta
impresión. Ya cuando entra a tallar el segundo minuto, el asunto se orienta
hacia un sinfonismo etéreo alternado con elegantes pasajes melódicos en 5/4 –
este modelo de sinfonismo con matices suavemente jazzeados es toda una
especialidad de la casa.
’El Lamento de Galadriel’, al igual que ’Saitama’, se centra en sonoridades
melancólicas: un buen ejercicio de estructura melódica, pero con sus menos de 3
minutos de duración la idea central no tiene oportunidad de llamar la atención
como los tres temas precedentes. ’Siete Lunas’, la pieza siguiente, sí logra
engarzarse mejor con el tipo de espíritu evocativo y lírico que tanto me llaman
la atención de los temas 4-6. ’Frost’ emana un aire de misterio exótico en su
prólogo psicodélico, el cual lastimoasamente dura muy poco, pues era muy
interesante escuchar esos golpes de tambores étnicos así como esos efectos
flotantes de guitarra: en fin, el cuerpo dentral de la pieza es un motivo
semi-lento, el cual recibe interesantes cambios de matiz en aquellos momentos
en los que reaparece el elemento exótico. Con sus 7 ¾ minutos de duración, el
tema homónimo es el segundo más largo del disco. Comienza básicamente de un
lento cuasi-floydiano suavemente alimentado con aires fusionescos (a lo
Santana), donde se incluyen momentáneos fraseos de piano notablemente
jazzísticos. Tras la emergencia de un interludio moderadamente pomposo, pasamos
a una nueva sección más ágil, impregnada de la misma frescura que conforma la
esencia de los temas más llamativos del disco. En el último minuto, el motivo
inicial regresa para culminar la idea. ’El Mar Nos Llama al Hogar’ ocupa los
dos últimos minutos del disco, creando un pasiaje sonoro onírico bastante
amable, ensoñador y sencillo – interesante cierre para un estupendo disco de
rock sinfónico original, y sin embargo, tremendamente típico de la sensibilidad
melódica que ha motivado tantas grandes páginas dentro de la historia del
progresivo español. Mis palabras vertidas en esta reseña han sido muy
positivas, y solo me queda concluir con uan felicitación pública a todos los
músicos de Tricantropus y a quienes participaron como colaboradores por haber
creado esta muy buena obra para deleite de los fans acérrimos del género
progresivo – un servidor se cuenta entre ellos.
César Mendoza
|