Temas
01. Sol (8:16)
02. Vergebung (2:57)
03. Die Reise (7:14)
04. Angstfabrik (4:06)
05. Zu Viel (3:43)
06. Vater Und Sohn (3:41)
07. Der Neue Weg (5:06)
08. Der 100. Affe (3:29)
09. Winterschlaf (12:13)
10. Zwei Seelen (7:21)
11. Octopussy Aether [bonus track] (11:01)
Integrantes:
- Flo Huber: voz
- Matthias Unterhuber: teclados
- Marco Effenberger: guitarras
- Jonny Fagetter: bajo
- Andi Brandl: batería
Colaboradora - Anja Lange (voz)
Los referentes principales de esta banda a la hora de perfilar sus propios
márgenes musicales son Eloy, Novalis, el Grobschnitt de la etapa "Rockpommel"s
Land" (campeones del space-rock sinfónico germano), Nektar, así como el heavy
prog paradigmático de Trettioariga Kriget, además de asimilar algunos
aditamentos estilísticos inspirados en los estándares más pomposos del
retro-prog (Karmacanic, el Kaipa del nuevo milenio), el neo a lo Arena y el
prog-metal melódico que impera en varias áreas continentales, y cómo no, la
tradición del rock duro melódico de corte Uriah Heep.
"Sol" abre el disco con 8 minutos y pico de refinado desarrollo melódico sobre
un esquema rítmico que alterna ciertas variaciones de compás, logrando así
crear una sensación de mesurada sofisticación: el ensamble se porta bastante
bien a la hora de añadir ciertas cadencias de influencia prog-metalera en
algunos pasajes (a lo Vanden Plas, tal vez), sin por ello romper el prístino
esquema sinfónico que se sostiene sobre una encrucijada entre Novalis,
Trettoariga Kriget y el Wakeman más rockero. Después de esta exhibición de
punche cuidadosamente estilizado, "Vergebung" se proyecta hacia atmósferas más
calmadas que son llevadas con una sobria ceremoniosidad, siempre fiel a los
referentes principales de la banda. Su brevedad sirve para que opere como
preludio a "Die Reise", pieza que abre un nuevo surco de ambiciosa expansión
melódica: la actitud esta vez es de ir al punto, explorar el filo rockero del
motivo central manteniendo un nivel constante de polenta, una actitud no muy
distinta de la que otrora empleaba el grupo estadounidense Cairo, aunque
también cabe notar afinidades con Uriah Heep. La secuencia de "Angstfabrik" y
"Zu Viel" y se encargan de preservar el vigor con consistencia y gancho: el
primero con un ritmo cañero, el segundo con una pauta rítmica más sincopada de
corte semi-funky, ambos pudiendo bien definirse como Uriah Heep
prog-metalizado. Por su lado, "Vater Und Sohn" es una dulce balada sinfónica
que se emparenta con el Eloy de "Colors", un momento de respiro relajante e
introspectivo antes de que "Der Neue Weg" recapitule la muscularidad magnética
de los temas 4 y 5, traduciéndola con una sofisticación progresiva más
explícita, como sucedió con "Sol", aunque sin igualar su magnificencia. Eso sí,
su punche es reminiscente de Trettioariga Kriget.
"Der 100. Affe" sigue por un camino similar al de "Der Neue Weg", siendo así
que su compás más contenido le permite proponer una atmósfera un poco más
inquietante. Tal vez hubiera resultado interesante explorar su base melódica
más allá de sus 3 BD minutos de duración, pero su función asignada es la de
preparar el terreno para la pieza más extensa del álbum, "Winterschlaf". La
pieza retoma buena parte de la magnificencia progresiva que marcó anteriormente
a "Sol" y "Der Neue Weg", aunque con un manejo más mesurado del punche rockero
(patente todavía) y un uso de compases y cadencias no muy frenéticas: suena a
una partitura perdida de Eloy de sus tiempos del "Silent Cries And Mighty
Echoes" retomada por un combo de músicos de Karmacanic y Vanden Plas. Cabe
destacar la estupenda confluencia que realiza el teclista Matthias Unterhuber
con su arsenal entre los barroquismos de Wakeman y la majestuosidad etérea de
Detlev Schmidtchen. Para los últimos minutos, la dupla de Jonny Fagetter y Andi
Brandl rítmica eleva la intensidad de la bien instalada estructura rítmica de
la pieza, logrando así crear un efectivo clímax sin trastocar mayormente el
timbre esencial de su núcleo compositivo. "Zwei Seelen" cierra el disco con un
discurso muy a lo Arena (post-"The Visitor") con matices de Karmacanic y
Sylvan, ostentando su bien lograda estilización de una forma ceremoniosa. Los
no muy dramáticos virajes de motivos y ritmos son manejados con soltura y
fluidez, logrando así tender un puente entre lo pomposo y lo introspectivo, o
en otras palabras, una síntesis de las mejores cualidades netamente progresivas
de la banda. El disco concluye con un bonus track de 11 minutos de duración:
"Octopussy Aether". Se trata de un viaje instrumental de muy alto vuelo, el
cual da espacio preferente a atmósferas medianamente reposadas, pero también
dando cabida a variaciones a lo largo del camino donde la intensidad y el
punche abren caminos para parajes más explosivos, siempre con una tendencia
clara hacia la contención. Parece mentira que esta pieza haya sido considerada
como un apéndice para el álbum: sus resabios a Nektar, Novalis y añadidos
sinfónicos de cariz yessiano la hacían totalmente idónea para añadirle letra e
integrarla dentro del esquema del repertorio oficial del álbum. Bueno, las
cosas son como son y, yendo al grano, es justo concluir que Traumpfad ha hecho
un ingreso muy interesante en el terreno del rock progresivo sinfónico de
nuestros días. "Aufbruch" es un disco que no decepcionará a los amantes más
recalcitrantes del paradigma sinfónico europeo de los viejos años 70s, ni
tampoco a los que siguen con interés la evolución de las iniciativas retro-prog
desde lso tiempos del revival 90ero.
César Mendoza
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