Temas
- Dead Silence
- Behold the Man
- This Weird Mind
- Les Etudes d’Organism
- Maelstrom
- The Aesthete
- Kingdom Come
Integrantes
- Mike Johnson: guitarras eléctricas, acústicas y lap steel, sintetizador,
secuenciador
- David Kerman: batería, percusión
- Mark Harris: saxos, clarinetes, flauta
- Deborah Perry: voz
- Dave Willey: bajo, acordeón
- Shane Hotle: piano, sintetizadores, mellotron
- Bob Drake: bajo, violín, piano eléctrico, banjo, voz
Colaboradores – Kirk Jameson (bajo en 7), Kim Marsh (piano y sintetizadores
en 1 y 2), Scott Brazieal (piano y sintetizadores en 6), Sanjay Kumar
(sintetizadores en 3), Mark Fuller (batería en 5), Katie Cox (violines en
5), Mike Fitzmaurice (contrabajo en 6), Rick Benjamin (trombón en 4)
Thinking Plague es una de las máximas encarnaciones actuales del movimiento
progresivo RIO, siendo incluso refrendado por uno de sus más notables
ideólogos ante la opinión pública: me refiero al baterista de Henry Cow y
Art Bears Chris Cutler. Gestado a inicios de los 80s por el guitarrista Mike
Jonson, el ensamble estadounidense Thinking Plague ya tenía experiencia en
los estudios de grabación con un puñado de LPs y demos editados en el
mercado antes de este “In Extremis”. El proceso de grabación y producción de
este trabajo fue tan largo y tortuosos como para justificar las múltiples
variantes en los créditos, pero bueno, el disco salió a la venta en 1998
para regocijo de su público de culto. Aunque usualmente funciona como un
sexteto, el grupo cuenta en esta ocasión con un integrante de lujo: el
multiinstrumentista vanguardista Bob Drake, toda una personalidad dentro de
la escena experimental norteamericana. Ya que mencionamos a Cutler,
permítaseme especificar que Henry Cow y Art Bears son las influencias más
notorias en el sonido de Thinking Plague, y a eso le añadiría una dosis de
vibración absurda a lo Zappa.
La dinámica intensa de masivas disonancias, quiebres rítmicos extravagantes,
recursos anti-melódicos y desgarradores desafíos armónicos hallan un cobijo
impresionante en la multicolorida instrumentación y el canto elegante de
Deborah Perry. Los dos primeros temas no son muy largos: sus duraciones
fluctúan entre los 4 y 4’30” minutos de duración, pero vaya si sus márgenes
son forzados al máximo para que se compriman las infinitas ideas musicales
que se suceden en un vendaval que estalla según un bizarro sentido del
orden. Es como si siete distintas inteligencias fueran elaborando sus
propios surcos y se las arreglaran para hacerlos confluir en una
orquestación alucinada. ‘This Weird Mind’ dura 8 minutos y contiene ideas
más permanentes, incluyendo sonoridades acústicas de base country y otras un
poco más tétricas. ‘Les Etudes d’Organism’ es un instrumental que contiene
una faceta más decididamente épica: en sus 14 minutos de extensión hallamos
una exhibición de sonoridades robustas a través de su frenético tránsito por
pasajes perturbadoramente agresivos hacia otros más misteriosos, pasando por
momentos de diversión dadaísta y otros más patentemente frívolos. La última
sección mantiene una majestuosidad constante, sobria dentro de la demencia
ideológica propia del RIO, con un trabajo bien organizado de texturas y
ornamentos que finalmente aterrizan en un puente aguerrido que nos
transporta a un epílogo cadencioso y flotante.
Las dos piezas que vienen a continuación regresan a un formato más corto.
‘Maelstrom’ comienza con un motivo principal que porta un lirismo etéreo que
transmite muy bien la imagen de una atmósfera acuática sita en un entorno
turbulento. Los aguerridos pasajes intermedios realzan esa sensación de
catástrofe intermitente. ‘The Aesthete’, por su parte, tiene un aura más
grácil, con mucha polenta jazzera, aunque no esperemos nada que sea
mínimamente convencional: recordemos que estamos hablando aquí de RIO en su
más pura expresión. En fin, otro tema largo, ‘Kingdom Come’ ocupa los
últimos 13 ¾ minutos del disco. Como nunca el sonido de TP se vuelve oscuro,
sombrío y denso: a pesar de la presencia de sonoridades juguetonas y
estilizadas capas de teclado, el sonido potentemente abrumador de la
guitarra y los adornos opresivos de los vientos son los que marcan la pauta
central de la pieza, haciendo que el asunto se acerque más a las líneas del
RIO francés (Present, Univers Zero), aunque sea de manera relativa.
Definitivamente, parece como si el grupo se hubiera propuesto hacer un
retrato musical de la oscuridad eterna que ha de suceder a la venida
definitiva del Reino de los Cielos: la instrumentación suena en muchos
pasajes como una coral ultraterrena, e incluso hay efectos de coros
mellotrónicos poco antes de la conclusión definitiva del fade-out. Un final
muy intenso, un cierre apropiadamente inescrutable para uno de los discos
más notables del progresivo experimental actual: “In Extremis” de Thinking
Plague es un clásico contemporáneo del RIO.
César Mendoza
|