Temas
- The Picture Slave
- De Profundis
- Cardinal Red
- Spiral Bound
- Chovihani Rise
- Surface Tension (13:18)
Integrantes
- Wolfgang Kindl: teclados, coros
- Phil Mercy: guitarras, coros
- Mark Robotham: batería
- Andy Bonham: bajos
- Amy Darby: voz, coros
Thieves’ Kitchen es un grupo británico fundado por el baterista Mark
Robotham (tras la ruptura de Grey lady Down), el guitarrista Phil Mercy y un
bajista que ya no está en la banda. Habiendo comenzado pro la línea neo,
tras el ingreso de Amy Darby en el rol vocalista (reemplazando a un varón) y
la apertura a más ideas de parte del teclista Wolfgang Kindl, la línea de
trabajo de la banda incorporó más matices jazzeros a su sonido, y tanto fue
el ahínco en esta labor, que acabó por convertirse en el recurso
predominante. De aquí nace “Shibboleth”. De hecho, la cercanía tan patente
que hay ahora con Nacional Health, Allan Holdworth, Happy the Man y Echolyn
supone una declaración oficial de renovación establecida en términos sólidos
y convincentes. Desde la pieza de entrada, ‘The Picture Slave’, la cosa está
clara. El solo de piano, no muy largo en verdad, es estupendo en su
frescura, y los fraseos de la guitarra solista ejecutan una sana influencia
de Holdsworth de manera semejante a la que se plasma en el estilo de grupos
japoneses como Interpose y Wappa Gappa. Tras estos primeros cinco minutos de
sofisticada alegría, viene el primero de los temas largos del disco – ‘De
Profundis’. Esta tema permite al grupo crear un puente más preciso entre la
nueva veta jazz-prog y el sinfonismo retro: hay pasajes muy a lo Echolyn, y
otros de tipo The Flower Kings (primera etapa), donde la guitarra suena un
poco más a lo Howe y las cortinas de mellotron elaboran agradables climas
moderadamente fastuosos. Son 12 ½ minutos aprovechados con una exhibición de
musicalidad sutil desarrollada con fluidez en los motivos. ‘Cardinal Red’
viene a continuación, siguiendo el ejemplo de fulgor sereno de orientación
jazzera que tan buenos resultados había dado en el tema de entrada, los
mismos que se repiten aquí. Robotham se las apaña para hacer que su estilo
preciso y relativamente económico se acomode muy bien a los flujos
explayados por la guitarra solista, el teclado y el bajo.
‘Spiral Bound’ nos brinda los únicos momentos de calma lánguida del disco –
se trata de una etérea balada acústica donde el canto, la guitarra y el
piano fundan la espartana base melódica, mientras que el e-bow dibuja unos
retazos misteriosos y ensoñadores. ‘Chovihani Rise’, con sus casi 24 minutos
de duración, es el tema más extenso del disco. El grupo aprovecha este
espacio para meter una cantidad considerable de variantes en el desarrollo
de la pieza, especialmente en lo que se refiere a los extensos interludios
instrumentales; con todo, cabe señalar que la complejidad en la composición
y arreglos se mantiene en un nivel razonable, sin llegar a hipérboles ni
recargamientos. Una cosa muy positiva es que la ilación es lo
suficientemente fluida como para mantener un dinamismo constante a través de
la secuencia de los diversos motivos: el resultado es el más deseable en
estas situaciones, y es el mantener un atractivo musical de manera regular y
sostenida. ‘Surface Tension’ ocupa los últimos 13 minutos del disco,
redondeando la faena e incorporando de pasada un sonido más duro en los
riffs de guitarra – como si los instrumentistas se encontraran
particularmente encantados con este truco, la sección instrumental inicial
se toma su tiempo para sus expansiones antes de que surjan las primeras
letras. Es oportuno que sea justamente el tema más muscular el encargado de
cerrar este repertorio, pues se condice con las vibraciones generales del
estilo realizado actualmente por Thieves’ Kitchen.
Ya ha pasado un tiempo desde que Thieves’ Kitchen lanzara este disco al
mercado para redefinir su pauta estilística – ahora con un nuevo teclista y
una Amy Darby comprometida con la creación del nuevo material en proceso y
dispuesta a añadir sus talentos con los vientos y teclados al arsenal del
grupo, habrá que esperar cómo sigue evolucionando este más que interesante
ensamble para el que será su cuarto trabajo de estudio. “Shibboleth” es una
clara señal de esperanza en cuanto a creatividad progresiva.
César Mendoza
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