Temas
- My Ivory Soul
- The Theme
- The Fisherman
- Tomorrow Happened
- The Black Cage
- A Game with Shifting Mirrors
- Flower of Innocence
Integrantes
- Simone Rossetti: voz, flauta
- Francesco Zago: guitarras, programaciones
- Antonio Mauri: bajo
- Giovanni Alessi: teclados
- Diego Donadio: batería
Bueno, según parece, la tendencia hacia el endurecimiento ha sido uno de los
caminos más recurrentes del neo-prog de los últimos 10 años a la hora de
enriquecer su espectro potencial de matices y sonoridades. Arena, por
ejemplo, ha optado por hacer un paulatinamente creciente coqueteo con el
prog metal melódico de raigambre europea (y por ahí va también Citizen Cain,
a juzgar por su último trabajo hasta la fecha “Playing Dead”); otras bandas
de procedencias tan dispares como son Dagmahr, Discipline y Versus X,
optaron por apelar a sonoridades más tiradas hacia lo áspero y lo neurótico,
basándose en ciertas claves de King Crimson y Van der Graaf Generator,
aunque manteniéndose siempre dentro de las aguas cristalinas de la
definición melódica bien ponderada. Este último es también el caso del combo
italiano The Watch, cuyo debut discográfico tuvo lugar con “Twilight”,
mientras aun se llamaba The Night Watch. The Watch/The Night Watch siempre
ha sido conocido por su aguda percepción y recepción de la herencia
genesiana de la era Gabriel, pero también ha sabido sorprender a muchos
propios y extraños con la incorporación de elementos ásperos e
innegablemente oscuros dentro de las expansiones melódicas de sus temas.
Simone Rossetti no puede hacer nada por que su voz parezca un híbrido entre
Fish y Cyrus – además, para acentuar el paralelo con Gabriel, toca la flauta
y es muy adepto a usar camisas hippies de cuello semi-ancho –, pero, en lo
que concierne al trasfondo instrumental vertido por sus compañeros, la cosa
va más allá de ser un clon más de Genesis con un filtro edulcorado.
‘My Ivory Tower’ comienza con unos breves acordes suaves de guitarra
eléctrica, antes de mandarse con un despliegue enérgico y bien macerado de
parte del sonido grupal – es como una pieza olvidad de los primeros discos
de Marillion interpretada por el Porcupine Tree de los últimos 6 años. El
grupo trabaja de forma efectista los contrastes marcados entre los muy
tenues pasajes introspectivos y los frontales momentos extrovertidos. El
solo de guitarra que emerge en el sexto minuto y luego se retoma en el
séptimo, se siente tirado a lo frippiano, más que a la onda de Hackett,
Latimer o Rothery. ‘The Theme’ es un breve solo de guitarra clásica
sostenido sobre una arquitectura sutil de arpegios (muy a lo Anthony
Phillips), y acompañado por distantes cortinas de mellotron y sintetizador.
Esta pieza sirve como preludio a los ruidos de oleajes y gritos de gaviotas
con que se inicia ‘The Fisherman’. En la primera mitad de ‘The Fisherman’,
notamos una cadencia romántica marcada predominantemente por los teclados,
de manera un tanto afín al Genesis del “Wind 6 Wuthering”; luego viene un
engañoso interludio breve de guitarra clásica, el cual abre la puerta para
una coda tenebrosa, casi gótica, bastante estilizada en sus ambientes
tétricos, lo cual nos puede muy bien hacer recordar a White Willow o
Sinkadus por momentos. Éste es, no me cabe duda, uno de los picos
definitivos del disco. Como también lo es el siguiente, ‘Tomorrow Happened’,
el cual exhibe unos 9 ¾ minutos de neurosis vandergraffiana en un contexto
neo-prog... y vaya usted a saber cómo hace The Night Watch para que esta
amalgama funcione en una integridad sólida, pero que lo logran, lo logran.
Rossetti se vale de falsetes, alargamientos de sílabas y semi-recitaciones
en algunas partes de su intervención a fin de hacerse más afín a Hammill y
menos a Fish. Tras el ruido de un trueno en el sexto minuto, emerge la
sección final de la canción, la cual se centra en más claramente en los
estándares habituales del neo. ‘Tomorrow Happened’ es un compendio de todos
los recursos particulares que conforman el sonido del grupo. ‘The Black
Cage’ es menos multicolor, enfocándose más propiamente en lo melancólico
(aunque siempre con ese halo tenebroso tan recurrente en el disco). ‘A Game
with Shifting Mirrors’, por su lado, es un instrumental alucinante de 8
minutos en el cual el grupo sigue haciendo gala de su garra y aspereza, a
través de los diversos pasajes sucesivos: su fastuosidad aguerrida encuentra
un perfecto contrapunto en la coda ‘Flower of Innocence’, una exquisita
balada bucólica que nos retrotrae a la faceta más tenue de The Night Watch.
En fin, más vale tarde que nunca: al descubrir tardíamente “Twilight”
entiendo mejor las raíces de la trama sonora gestada por The Watch en su
excelente “The Vacuum”, un disco que he descubierto también hace poco.
“Twilight” es una muestra bien hecha y bastante atractiva del neo-prog
actual.
César Inca
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