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 TANGERINE DREAM: “Atem” (1973)

Temas

  1. Atem
  2. Fauni Gena
  3. Circulation of Events
  4. Wahn

Integrantes

  • Edgar Froese: guitarra, mellotron, sintetizador VCS3, voz
  • Chris Franke: órgano, sintetizador VCS3, percusión, voz
  • Peter Baumann: órgano, sintetizador VCS3, piano, voz

Con este disco Tangerine Dream cierra una etapa de constante exploración en su quintaesencia electrónica a la vez que empieza a mostrar dicha quintaesencia en una fase de fruición y maduración, aun a punto de encontrar su punto álgido. No faltaría mucho para ello, pero ya es obvio que tras el radicalismo minimalista de la obra magna “Zeit”, la gente de TD quiere hacerse más expansivo y expresionista en su material compositivo, así como en sus interacciones performativas. Con un Peter Baumann sólidamente ubicado como compañero consistente de Froese y Franke en esta peculiar aventura musical dentro del contexto del krautrock, el trío se siente muy cómodo como un ensamble autosuficiente, sin recurrir a músicos invitados.

Pues bien, el inicial bramido de una amenazadora borrasca anuncia el arribo de majestuosas cortinas de mellotron, manejadas por un Froese absolutamente extático por la introducción de este arquetípico teclado progresivo dentro del arsenal de TD – efectivamente, éste es el primer disco de TD con mellotron, y vaya si lo usan como un juguete nuevo, eso sí, manipulándolo con la seriedad que amerita un género tan frontalmente psicodélico como es el krautrock. Los adornos de sintetizador y colchones complementarios de órgano ayudan a realzar las ideas vertidas por el mellotron, mientras la batería frenética de Franke sostiene el fulgor sonoro con alucinante nervio, a medio camino entre lo tribal y lo explosivo. En los primeros seis minutos de esta pieza, TD logra sacar excelente provecho de la herencia dejada por el Pink Floyd del “Ummagumma” de estudio y llevarla hasta otro nivel. Todavía quedan 15 minutos más, los mismos que son dedicados a trabajar atmósferas más atenuadas: la cosa parece un poco más siniestra, como una calma que no oculta su acto de esconder un misterio que puede ser terrorífico, una calma que siempre estuvo allí pero que en un primer momento había quedado opacada por el vendaval sonoro inicial. El minimalismo inmisericorde de “Zeit” es parcialmente recuperado aquí, pero tal como señalamos en el primer párrafo, el sonido es más expansivo, incluso haciendo algunos guiños ocasionales a la crudeza del “Alpha Centauri”. Con la llegada del décimo minuto aumenta el cariz sombrío de una forma sutil, que no difícil de notar, pero bueno, el ambiente se mantiene contenido bajo un aura de misterio latente. En este punto, los efectos tornado del VCS y las cortinas oníricas del órgano Farfisa comparten el rol central dentro del entramado sonoro, pero siempre se espera que entren a tallar efectos de guitarra a través de un generador, y por supuesto, ornamentos de mellotron. La pieza concluye con unas recurrentes notas bajas de sintetizador.

El lado B del vinilo comenzaba con ‘Fauni Gena’, un tema de 11 minutos de duración donde TD hace una declaración sobre la línea de trabajo a desarrollar en la siguiente fase de su carrera discográfica. El mellotron de flauta dirige, al menos en parte, las sendas aleatorias trazadas por las tenues ideas musicales que se van desarrollando. Los efectos de teclado que circundan al mellotron operan como un entorno inescrutable en un primer momento, hasta que el surgimiento del mellotron de cuerdas entra como alumbrando el contexto, reemplazando lo oscuro por lo solemne. En cambio, ‘Circulation of Events’ suena a una pieza de transición entre el minimalismo devoto del “Zeit” y los nuevos aires expresionistas que se van sentando. El epílogo ‘Wahn’ resulta muy curioso: sus efluvios vocales-percusivos del inicio son inauditos dentro de las constantes estilísticas de TD, aunque bien se podría decir que remite en cierto modo a la aspereza cruda del disco debut (“Electronic Meditation”). La entrada del mellotron (en doble función de cuerdas y flauta) le añade un colorido peculiar al asunto, pero el aura bizarra básica permanece casi intacta hasta la conclusión (4 ½ minutos). A pesar de lo raro de este cierre, el disco como un todo es portador de una magia concretizada de forma consistente: “Atem” resulta un poderoso disco de bisagra, un trabajo en el cual TD reflexiona a través de sus propios sonidos respecto a sus próximos linderos.

César Mendoza

[Dedico esta reseña a la memoria de John Peel, quien en su tiempo veneró este disco a rabiar]

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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