Temas
- Onda Beta
- Rosso di Luna
- Bahnhofstrasse
- Xetrov 5
- L'Uomo Nuvola
- Salamandra
- La Soffitta Volante
- Homage au Temps Perdu
Integrantes
- Cristina Atzori: batería, percusión
- Antonio Severi: guitarras, guitarra-midi, teclados, percusión de mano
- Allesandro Vittorio: bajo, teclados, digeridoo en 2, campanas tibetanas en
4
Con ésta, su segunda entrega, Stereokimono se confirma y afianza como uno de
los ítems más interesantes dentro del rock progresivo y experimental en
cuanto a lucidez vanguardista se refiere. Este disco llega incluso a más
lugares musicales que su excelente debut “Ki”, suponiendo, a la vez, una
continuación y una expansión de éste. El sonido de este trío instrumental en
“Prismosfera” se siente igual de compacto, peto ciertamente más contundente
y rico en matices.
Los dos primeros temas son claros exponentes de su estilo psicofónico
oblicuo (perdón, no puede resistir la tentación de mencionar esta etiqueta
que ellos mismos inventaron para sí), que no es otra cosa sino un sonido
basado en los contrapuntos crimsonianos ochenteros, el jazz-rock de
tendencia funky y una psicodelia que coquetea indisimuladamente con
elementos electrónicos. ‘Onda Beta’ tiene una introducción basada en
cortinas de sintetizador y efectos siniestros, crecientemente opresivos:
justo cuando uno espera un vendaval implacable, lo que viene es un motivo
central en el cual conviven la neurosis y la jovialidad. Menos frenético
pero con una onda similar, ‘Rosso di Luna’ ofrece una cadencia un tanto más
ensoñadora. Los armónicos punteos de guitarra que se sobreponen a los
arpegios y los efectos cósmicos de sintetizador ayudan a crear esa sensación
de relax emocional, amén del estupendo solo de piano eléctrico que emerge
por allí, aunque no se trata de una pieza lánguida ni una balada que
digamos: más bien resulta que el realce del elemento jazz ayuda a atenuar un
poco la intensidad habitual de los explayamientos instrumentales del grupo.
‘Bahnhofstrasse’ es una excursión a través del jazz-fusión con raigambre
exótica arábiga: la guitarra-midi se vale de sonidos de cello y violín para
edificar un paisaje evocativo diestramente sostenido por la eficaz dupla
rítmica. Una vez más, esos fantásticos efectos de sintetizador que van
flotando aleatoriamente (en cierto modo, semejantes formalmente a los de los
discos clásicos de Gong o al arquetipo de Ozric Tentacles, pero usados de
manera distinta) añaden colores mágicos al asunto, especialmente en la
segunda mitad de la pieza, cuando el compás varía a un tempo más trepidante.
‘Xetrov 5’ es el tema más agresivo del disco: esta vez el soundscape cósmico
oscuro de la intro no nos engaña, la cosa está que arde cuando el ensamble
entra a tallar en el motivo central sobre un compás de 5/4. La banda se
acerca al RIO enérgico de Present con total soltura: una vez más, la dupla
rítmica brilla con infinito esplendor, aportando nervio convincente y
precisión impoluta a su esforzado sostén del contundente efluvio sonoro de
guitarras y efectos.
‘L’Uomo Nuvola’ es el tema más largo del disco, cercano a los 9 ½ minutos de
duración. Se trata de otra pieza típicamente psicofónica oblicua, aunque con
un talante pop emergente que ayuda a darle una cadencia melódica
pronunciada. Esto ayuda a crear un espacio adecuado para un hermoso solo
sintetizado de clarinete (?teclado o guitarra-midi?); los colores del
country-rock surgen en la parte final para crear una coda jovial.
‘Salamandra’ tiene un comienzo agresivo que pronto torna en un ambiente hard
rock psicodélico con base medio funky, aunque pronto entran a tallar los
interludios psicofónicos y los adornos cósmicos de sintetizador. Casi guala
la energía de ‘Xetrov 5’, pero el grupo no va más allá porque, me imagino,
ésa no era la idea. En fin, la última pieza del repertorio estrictamente
musical del disco es el étnico ‘La Soffitta Volante’, el cual encuentra al
grupo volviendo a los senderos de la fusión en un contexto de rock
experimental. Los arpegios iniciales de guitarra acústica, los ornamentos
percusivos y las cortinas de teclado crean un ambiente meditativo que
lentamente asciende en un crescendo de intensidad hasta aterrizar en un
frenesí misterioso, claroscuro y contagiante. Los últimos cuatro minutos
están ocupados por un track fantasma que no aparece en los créditos pero sí
mencionamos en esta reseña. Se trata de una secuencia minimalista de
sintetizador y efectos de pajaritos cantando en un bosque, sobre la cual van
y vienen sampleos de discos clásicos del progresivo: porciones de material
de Yes, Pink Floyd, Gentle Giant, Genesis, Tangerine Dream, Gong, Area, ELP,
Klaus Schulze, Camel,... Un homenaje a una visión artística diversa y
variopinta que se resiste a perderse en la niebla del pasado. Stereokimono
es una banda sumamente talentosa y enérgica que da real vitalidad y
actualidad al género progresivo – por ello, sus discos “Ki” y “Prismosfera”
suponen obras que un melómano sibarita ha de tener en cuenta en cualquier
lista de compras discográficas, si es que no están ya en el estante de su
colección.
César Mendoza
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