Temas
- Circle Line (6:54)
- A.W.O.L. (9:35)
- Petit 3's (6:17)
- Terra Nova (10:03)
- Fara (6:42)
- Short Hand (3:11)
Integrantes
- Hugh Hopper: bajo
- Elton Dean: saxos, saxello
- Alan Gowen: teclados
- Pip Pyle: batería, percusión
Colaboradores - Mark Charig (corneta, trompeta), Radu Malfatti (trombón)
He aquí un auténtico súper-grupo de la escena Canterbury: Soft Heap es su
nombre, y es un nombre que delata mucho, pues reclama desde ya el legado del
Soft Machine de los discos "4", "5" y "6", así como las iniciales de los
nombres de sus cuatro integrantes (Hugh, Elton, Alan y Pip). Un detalle un poco
más triste es que esta banda ya tiene a todos sus integrantes muertos,
comenzando con el desafortunado Gowen que murió de leucemia en la primera mitad
de los 80s y terminando recientemente con Hopper, quien justamente padeció la
misma enfermedad que lo acabó derrotando en junio de 2009. Bueno, volviendo a
la historia de aquel entonces, Soft Heap se formó en enero de 1978 como una
vitrina para que desde la unión de fuerzas entre músicos de Soft Machine y de
National Health se aportara frescura nueva al Canterbury. Puesto que Pyle
todavía estaba involucrado en National Health (Gowen había dejado al susodicho
grupo antes de terminar la grabación del primer disco, justamente porque no
encontraba campo para lo que sí pudo expresar en Soft Heap, al fin y al cabo),
Dave Sheen tuvo que reemplazarlo en varios conciertos, lo cual conllevó la
variante de Soft Head como nombre de este grupo. En fin, el disco homónimo de
estudio fue grabado con Pyle a las baquetas y tras los tambores, por lo que el
concepto original queda debidamente registrado en el disco que pasamos a
analizar acto seguido.
'Circle Line', una composición de Hopper, abre el disco con unos aires de
free-jazz que se desarrollan como una evocación continua desde la cual la mente
renuncia a completar sus ideas para concentrarse en dirigir mil y una miradas
hacia el cambiante entorno que nos rodea. Este preludio permanente de casi 7
minutos de duración nos prepara para recibir con los brazos abiertos al
ejercicio de expresividad más suelta de 'A.W.O.L.', una composición colectiva
de 9 BD minutos de duración en la que los cuatro músicos refuerzan las
potencialidades de sus instrumentos en aras de proyectar sus respectivas
libertades individuales dentro de una armazón que habrá de encontrar su propio
orden bajo reglas inestables y pautas aventureras. El bajo de Hopper se
refocila en su propio fuzz, y mientras que el sintetizador espacial de Gowen se
reparte el aura misteriosa con el saxo introspectivo de Dean, Pile exhibe sus
habituales dosis de muscularidad y nervio hasta el punto de asumir el rol
central dentro de la instrumentación (incluso en aquellos momentos en los que
baja el punche). En los dos últimos minutos, Gowen se manda con un solo de Moog
de esos que él sabía realizar con su tacto tan único. Hablando de Gowen, 'Petit
3's' es una composición suya donde típicamente se explora el lirismo etéreo que
él supo convertir en marca registrada de Gilgamesh (para mí, una de las bandas
más brillantes de toda la historia del Canterbury). Los fraseos del piano
eléctrico fluyen como si las teclas fuesen tocadas por pétalos de rosas, y Dean
recibe perfectamente el mensaje para volcar pensamientos nostálgicos a través
de su saxo. 'Terra Nova' y ' Fara' son dos composiciones de Dean. El primero
exhibe una excursión extrovertida y colorida tras una sección introductoria
reposada que en cierta medida me recuerda al relax melancólico de 'Petit 3's'.
Dean se luce de manera genuina sin apelar a malabarismos manieristas,
manteniéndose muy en línea con los aportes que brindó a la brillante etapa de
madurez que Soft Machine experimentó entre los discos "3" y "5". Por su parte,
'Fara' es una pieza lenta en clave blues que bien remonta a los estándares de
Nucleus y las bandas de jazz de Keith Tippett: los metales adicionales
brindados por los invitados Marc Charig y Radu Malfatti asumen un rol
protagónico conveniente a fin de que la languidez inherente al motivo básico
vea bien explotado su espíritu crepuscular y meditabundo. A modo de contrapunto
final, 'Short Hand' (otra composición de Gowen) exhibe un simpático motivo ágil
ampliamente explayado por un electrizante dueto de saxo y batería: es como si
el grupo quisiese despedir este registro con fuegos artificiales dibujados
sobre terciopelo. Un final excitante para un disco genial - esta congregación
de genios realmente supo sacar provecho de su química compartida para
explotarla a través de sus propias exploraciones, una perfecta comunión de
individualidad y colectividad en el arte del ruido.
César Mendoza
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