Temas
- Le Quatrième
- Le Sixième
- Le Cinquième
- Pendule [bonus track]
- Sous une Arche de Pierre [bonus track]
- Prélude a l'Éclipse [bonus track]
- La Robe et le Chat [bonus track]
- Pour le Bal des Pauvres [bonus track]
Integrantes
- André Fisichella: batería, percusión
- Frédéric l'Épée: guitarras, bajo
- Didier Lustig: teclados
Shylock debutó con “Giarlogues” para entrar de lleno en un lugar de
excepción en los anales de la tradición progresiva setentera. Lejos de las
grandes urbes del país galo, tres jóvenes y muy talentosos músicos se
juntaron para concretar un sueño común de crear música progresiva llena de
energía, atmósferas y sólidas pretensiones melódicas. El grupo no tuvo
suerte a la hora de reclutar bajistas durante la primera fase de su carrera
musical, pero no dejaron que este hándicap logístico supusiera un obstáculo
insalvable para su visión musical. El guitarrista Frédéric l'Épée se encargó
de las partes de bajo para este disco. La producción de sonido es aceptable,
pero se nota que se trata de una edición de mediano-bajo presupuesto. Las
interacciones entre la guitarra y el teclado conforman un núcleo sonoro
vital caracterizado por el uso medido de la oscuridad y el misterio en las
ideas melódicas y los ornamentos: por su parte, André Fisichella sabe dar
rienda suelta a sus inquietudes de base jazzera en medio de las exigencias
que el material impone a la creación de un dinamismo rítmico sólido y acorde
con las pretensiones sinfónicas del mismo. Dentro del arsenal de teclados
destaca el sintetizador Elka Rhapsody, con el cual Lustig puede explotar los
sonidos de ensambles de cuerdas, clavicordio y armonio – buena parte de la
esencia peculiar de Shylock reposa en la administración diversa de las
sonoridades gestadas desde dicho instrumento.
‘Le Quatrième’ da inicio al disco ocupando sus primeros 13 minutos: se trata
de una composición dinámica y fastuosa sin llegar a extremos. Se trata de
una pieza muy ágil y efectiva, con un gancho tan llamativo que no puede ser
contrarrestado por su extensión ni sofisticación integral. L’Épée da rienda
suelta a sus desahogos gilmourianos-frippianos, mientras que las labores de
los teclados hacen que el grupo se acerque bastante a la onda nebulosa de
sus ilustres coterráneos de Pulsar: el grupo crea con su sonido un extraño
puente entre King Crimson y Camel. ‘Le Sixième’ ofrece un gancho similar y
una vibración más contundente, aunque el hecho de que no disponga de una
duración más ambiciosa hace que el grupo no pueda explotar todo su
potencial. ‘Le Cinquième’ cierra el repertorio oficial ocupando el lado B
del vinilo. Aunque se trata de un tema más largo que ‘Le Quatrième’, su
nivel de fastuosidad se expande de una manera más sutil, escondiendo muchos
de sus matices en nombre de un realce de lo oscuro, tanto en las secciones
más trepidantes como en las más lánguidas. La complejidad intrínseca a los
cambios de motivos y ambientes que tienen lugar a lo largo de su desarrollo
se maneja con niveles iguales de soltura y sutileza, dando especial énfasis
la explotación de adornos bizarros en los pasajes de tinte predominantemente
cósmico. Por otra parte, en esta pieza ya se anticipa el esplendor que se
hará presente en ‘Ile de Fièvre’, su celebrada pieza que da título a lo que
habría de ser su segundo álbum: de hecho, en buena medida se puede notar en
varios pasajes de ‘Le Cinquième’ gérmenes de ideas que luego se verán
expresadas en la joya antes mencionada. De todas maneras, se nota que la
labor de engarce entre las diversas secciones aun no está del todo pulida:
‘Le Quatrième’ resulta mejor lograda en este sentido.
Los bonus tracks del CD son grabaciones a dúo entre Lustig y L’Épée,
concebidas cuando ya Shylock se había desintegrado. Todas son viñetas
musicales marcadas por la voz líder de los teclados (casi siempre, el piano)
a los cuales la guitarra aporta texturas y ornamentos. Mi favorita es la más
larga, ‘Sous une Arche de Pierre’, la cual da espacio para una efectiva gama
de colores evocativos. Desde ‘Prélude…’ en adelante, las piezas tienden a
tener una estructura más definida en cuanto a cadencias y tempos: cualquiera
de las piezas 7 u 8 pudo haber sido un atractivo motivo de entrada o cierra
para cualquier tema de Shylock, por lo que se puede decir que aun se siente
la esencia del grupo en estas obras de dúo. En fin, “Giarlogues” es un disco
muy atractivo, más parejo que “Ile de Fièvre” en varios sentidos, pero
también es verdad que no contiene tantos picos creativos. Con todo, mi
balance sobre este disco es bastante positivo pues confirma a Shylock como
un nombre valioso dentro de la tradición prog francesa.
César Mendoza
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