Temas
- Nueva Ola (9:00)
- Nothing To Say (7:04)
- The Last Drop (4:55)
- Madripoor (3.35)
- Kommune 1 (23.33)
Integrantes
- Aldo Castillejos: batería, percusión
- Félix Dextre: bajo, voz
- Flavio Castillejos: evocaciones
- Dolmo: guitarra
- Renato Gómez: guitarra, voz
Serpentina Satélite es el nombre de una joven y a la vez veterana banda limeña
que ya tiene dos discos en su CV - "Nothing To Say", que reseñamos a
continuación, es el segundo de ellos, y hasta la fecha se trata de su obra
cumbre. Formada en 2003 por obra y gracia de una congregación de miembros
pasados de Dios Me Ha Violado, Espira, La Ira de Dios y Qondor, esta banda
peruana sorprendió al público underground de su ciudad con su ácida propuesta
musical edificada sobre vuelos instrumentales tan potentes como alucinados,
firmemente parametrados bajo los sortilegios del rock psicodélico. Tras un
disco debut titulado "Long Play" que salió al mercado local en 2004, pasaron
cuatro años para que "Nothing To Say" continuase la senda fonográfica del grupo
en un impulso internacional que les ha valido elogios en varios e-zines y blogs
como Aural Innovations, ProgArchives, Sound Fix, Sonic Dice, etc. Este disco es
clave para descubrir y entender las diversas variantes que el añejo legado
psicodélico ha dejado como fuerte impronta en las escenas rockeras de países
externos a las periferias centroeuropeas y anglosajonas - "Nothing To Say" es
todo un manifiesto de revitalizador homenaje al krautrock cañero de base
guitarrera, la fuerza cósmica de unos Hawkwind, el estándar del stoner rock y
las aventuras sónicas de unos Velvet Underground y unos Pink Floyd con Barrett.
'Nueva Ola' da inicio al disco con un bien ensamblado ambiente cósmico donde
las texturas de la guitarra y la flotante cadencia rítmica establecida por la
dupla rítmica se conjugan en un conjuro sólido como una montaña y envolvente
como el éter. El crescendo que se va armando a lo largo del espacio de más o
menos 9 minutos que se da esta pieza contiene varios puntos de afinidad con las
atmósferas surreales a las cuales los ensambles de post-rock y post-metal son
tan adeptos. Energía rockera y ensueño espiritual se mezclan en una sola fuente
sonora en 'Nueva Ola', pieza inequívocamente ideal para dar inicio a cualquier
disco prog psicodélico. La pieza homónima, que incluye letra cantada, sigue un
sendero más robusto a través de su monocorde esquema compositivo y machacante
estructura rítmica: no se puede impedir evocar al Hawkwind pre-"Mountain Grill"
al escuchar a Serpentina Satélite vibrar con tan inconmensurable dosis de
musculatura rockera. 'The Last Drop' nos devuelve a dimensiones oníricas aunque
recogiendo casi de rebote el vigor frontal e inmisericorde de 'Nothing To Say':
a través de la aureola de desestructuración postmoderna que se destila a través
del esquema sonoro, la dupla guitarrera se desafía continuamente en su afán por
mantener el viaje musical sobre una base cohesionada, un afán que se desarrolla
con éxito. 'Madripoor' contiene una inconfundible magia stoner en su jam
básico, el cual porta un punche arrebatador que atraviesa el compás medidamente
urgente.
La pieza cumbre del disco es el monumental viaje de poco menos de 25 minutos de
duración titulado 'Kommune 1'. El primer cuerpo temático establece un
incendiario híbrido entre Ash Ra Tempel y el Hawkwind de "In Search Of Space".
La oferta sonora es contundente y consistente, eso hasta que vamos por el
octavo minuto y medio, que es cuando el ensamble pasa a elaborar un descenso
hacia un ámbito más lánguido, propio de la psicodelia de raigambre floydiana
arcaica. Desde el minuto 9'25" hasta poco antes de llegar al minuto 14, nos
encontramos en una atmósfera de expectativa mental encumbrada bajo un enfoque
astral: un momento de reposo emocional antes de recibir un nuevo ataque sonoro
psicodélico a partir de una estructura rítmica que vuelve a hacerse frenética.
Los colores que proyecta el bajo cimentan un eficaz puente entre la polenta del
baterista y las secuencias avasalladoras que las guitarras duales dibujan
incesantemente. En la frontera del minuto 16, empiezan a ingresar algunos
adornos aleatorios dentro de la gran muralla sonora levantada por estos
alucinados arquitectos, y ciertamente tales matices semi-caóticos ayudan a
realzar un poco más la fuerza siempre reinante. En todo caso, el ensamble sigue
reforzando su firmeza bien dispuesta sobre el esquema rítmico establecido en
línea directa hacia su bien definido final. Intenso y agotador, este viaje
psicodélico también ha sido gratificante: no me cabe duda de que ésta era la
forma ideal para concluir "Nothing To Say", una obra vibrante que ya ha venido
generando muchos fans para Serpentina Satélite desde varios foros y blogs
mundiales dedicados a promover el variopinto rock psicodélico del pasado y del
presente.
César Mendoza
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