La primera vez que escuché el "Concierto de Evocación Sonora", quedé
desconcertado y sorprendido. Eduardo me pidió que no lo escuchara en un
ambiente ruidoso; que buscara el momento apropiado: un momento tranquilo,
con cascos, en el que me pudiera dejar llevar por la experiencia sonora.
Cuánto me alegro de haberle hecho caso: fue una experiencia irrepetible.
Al principio pensé que este disco no tendría un encaje fácil entre los
entusiastas del rock progresivo; pero luego pensé: "!este disco no tiene
encaje en ninguna parte!" Es tan original y ecléctico, que su clasificación
es muy difícil. Y llegué a la conclusión de que si algún colectivo puede
apreciar esta obra es precisamente el de los entusiastas del progresivo, del
"Art Music". Porque esta música, para ser apreciada como es debido,
requiere, como bien se describe en el libreto, de una escucha a las vez
pasiva y activa. Tienes que dejarte llevar, pero a la vez participar de la
experiencia y "asignar" tus propios referentes.
Esta obra plantea, en el plano sonoro, una experiencia similar a la de la
pareja que juega a sorprenderse mutuamente, cerrando los ojos y poniendo en
la boca del otro todo tipo de alimentos con sabores contrastantes. No sabes
con qué sabor te van a sorprender, del mismo modo que no sabes qué timbre,
estilo o paisaje sonoro llegará como transmutación del ambiente anterior. El
toque magistral lo marca el hecho de lograr una transición coherente entre
paisajes sonoros tan distintos y contrastantes.
Intentar describir cómo se desarrollan una a una las piezas de este disco
sería, a mi juicio, un gran error. Creo que la mejor forma de dar a entender
"de qué va" este álbum, es aclarando "qué no es" y explicando sus elementos
más relevantes, pero de manera global.
Lo primero a destacar es que este disco es muy progresivo, pero no el
progresivo "ortodoxo": no hay largos desarrollos, ni complejos arreglos
basados en una base potente de bajo y batería, ni largos solos de guitarra.
Quien sólo consigue placer escuchando estos elementos en la música, no va a
disfrutar con este disco. Este álbum es progresivo en el sentido más
auténtico de la palabra: explora nuevos caminos, invita al oyente a
adentrarse en un mundo estético en el que no será fácil encontrar
referentes. Es como cuando tenemos la oportunidad de degustar alimentos
exóticos por primera vez. No podemos compararlos con nada que hayamos
probado; cada bocado amplía nuestro perímetro gustativo.
El disco posee varios elementos particularmente relevantes, que de alguna
forma contribuyen a dar coherencia dentro de esta enorme diversidad. El más
importante es el rol protagónico de la percusión, liderada por Pablo
Canalís. La lista de instrumentos de percusión utilizados a lo largo del
disco es muy extensa: desde instrumentos comunes como las congas, hasta
crujidos de huesos, pasando por cadenas de acero, percusión corporal,
timbres de bicicleta, caxixis, cencerros, cuencos tibetanos, juegos
acuáticos y un largo etcétera. Otro elemento a destacar es el de los
bellísimos paisajes sonoros dibujados por Eduardo García Salueña, con
colchones de teclados cuidadosamente tejidos dentro de esta intrincada
madeja de timbres. El tercer elemento relevante son las voces. A lo largo de
la obra se utilizan no sólo en formato solista y en arreglos corales, sino
de forma muy original como elemento percusivo o para dar color tímbrico en
determinados momentos. Las guitarras, tanto acústicas como eléctricas
(Israel Sánchez y Pedro A. Menchaca), la batería (Eva Díaz Toca) y el bajo
eléctrico (Pablo Canalís), son utilizados con mesura e inteligencia. En ese
sentido la obra es muy sinfónica; la densidad instrumental es un aspecto muy
cuidado en los arreglos, al contrario de lo que suele suceder en la mayoría
de grupos. En este disco no todos los instrumentistas están participando
constantemente.
Desde el punto de vista estructural, llama la atención el equilibrio entre
espontaneidad y rigor compositivo. Hay pasajes en los que se nota el
elemento de improvisación, pero siempre dentro de un diseño meticulosamente
articulado. Pasajes aparentemente improvisados, cobran de repente una
coherencia en la que todos los elementos confluyen en un "tutti", o un corte
repentino. No queda espacio para el azar.
Finalmente, otro aspecto general a destacar, también descrito en el libreto,
es el carácter "mundano" de la obra. Los instrumentos utilizados, estilos de
canto, armonías, etc., nos remiten constantemente a diversas geografías.
Pero !Cuidado!: estos guiños geográficos no ayudarán al oyente a encontrar
un referente musical concreto porque se muestran fuera de su contexto
natural. A pesar de que tal o cual pasaje pueda sonar indio o africano,
Senogul logra mantenernos constantemente "en tierra de nadie"=85.
No quiero terminar la crítica sin hacer una mención especial a las dos
versiones de Itamaracá que, a manera de prólogo y epílogo, abrazan al resto
de la obra. La versión del prólogo presenta una melodía con enorme
personalidad que inmediatamente queda enganchada en nuestra mente. Quien
conoce el trabajo anterior de Senogul, se da cuenta al finalizar este
prólogo que el Concierto de Evocación Sonora tiene poco que ver con lo hecho
anteriormente por ellos. Para no dejar la menor duda al carácter
preponderante de la percusión y los arreglos vocales, es precisamente así
como comienza el disco y se presenta la melodía. Al fondo, un discreto
acordeón sirve de soporte a las voces y percusión, cobra protagonismo por un
momento, para luego volver a un discreto segundo plano. Y uno piensa: "qué
original un acordeón aquí, me supo a poco". No sé si Senogul pensó lo mismo;
el caso es que el epílogo no es otra cosa que una versión instrumental de
Itamaracá, para acordeón solo, magistralmente interpretada por Alejandro
Martinez. La versión instrumental de Itamaracá es un broche de oro a un
disco que reboza originalidad y vigor, incluso en sus momentos más calmados
(que hay muchos).
Esta obra tiene todos los elementos para entrar en el selecto grupo de
discos a los que uno vuelve una y otra vez a lo largo de la vida porque con
cada escucha se descubre algo nuevo. Ahora nos queda disfrutar del
"Concierto" mientras esperamos a ver qué nos va a proponer Senogul después
de dos trabajos tan contrastantes. ?Quizás una síntesis? !Yo me apunto!
Carlos Plaza - Kotebel
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