Temas
- De Cause Prime (21:12)
- Ombra Alata (8:14)
- Lux (L'Albero del Sole) (16:28)
- 0 Infinito 1 (23:46)
Integrantes
- Cahal De Betel: guitarras, guitarra sintetizada, bajo, piano, teclados,
sampler, secuenciador, voz, coros
- Tipheret: batería, tímpanos, percusión, piano, teclados
Estoy comenzando a conocer a esta banda italiana cultora de una de las muestras
más usualmente elogiadas de progresivo vanguardista contemporáneo a través de
su quinto trabajo de estudio "Esameron": Runaway Totem opera aquí estrictamente
como un dúo conformado por Roberto Gottardi y Germano Morghen (quienes usan los
seudónimos Cahal De Betel y Tipheret, respectivamente). La propuesta de esta
banda se basa fundamentalmente en una revisión de los parámetros del
chamber-rock y el Zeuhl, apoyándose por igual en el dinamismo machacante de
esta última vertiente y la plenitud tensa de la primera, logrando así generar
un material desafiante y críptico, inmerso en una meticulosa arquitectura
sonora a todas luces cerebral, y con todo, portadora de un fuego expresivo
patentemente inocultable. Teniendo en cuenta que entre estos dos músicos
realizan múltiples sobregrabaciones instrumentales más allá de sus funciones
habituales de guitarra y batería - teclados, piano, guitarra sintetizada, bajo,
percusiones - no es de extrañar que la amalgama resultante porte un colorido
abundante y efectivo: en verdad que los vuelos experimentalmente retorcidos que
el dúo elabora continuamente ostentan un aire de estilización caleidoscópica.
Este disco recoge cuatro composiciones, siendo el primero y el último
superiores a la barrera de los 20 minutos. 'De Cause Prime' comienza con unas
cósmicas capas de sintetizador que auguran la prestancia orquestal sobre la que
se arma el primer motivo central: garra y dinámica pulsátil se esparcen de
forma unitaria en un híbrido del Magma de "Mekanik Destruktiw Kommandoh" y el
Univers Zero de "Heresie". Las intervenciones "corales" son realizadas en un
teclado - de hecho, la amalgama obviamente digital de los teclados que entran a
tallar (incluyendo a la guitarra sintetizada) provee al esquema compositivo de
este y todos los temas del disco de una aureola modernizada especial. Hay unos
solos de guitarar estupendos en algunos pasajes, los mismos que ayudan a
realzar el potente dramatismo que sale a colación. Por el décimo minuto y medio
emerge una sección de tipo bolero sinfónico que funciona muy bien a la hora de
insuflar alguna calidez al despliegue sonoro que tiene lugar, pero acto seguido
le sucede un pasaje caótico y tormentoso que nos recuerda, sin paliativos, que
Runaway Totem enfoca el género progresivo desde un criterio de sordidez y
tensión en elevadas potencias. Luego sigue una sección un poco más calma que se
desarrolla como un cielo tranquilo desde el cual se va armando una nube gris
que crece hasta instaurar una bien armada sección colorida donde el
chamber-rock asume ciertas cadencias jazzeras: de este modo, se da pie para un
crescendo que culmina poco antes de llegar al minuto 17'30". La siguiente
sección, en clave blues a través de un retorcimiento típicamente avant-prog,
expresa una ambientación contemplativa dentro de un esquema sonoro un tanto
fastuoso - la culminación climática de esta extensa pieza va bien encaminada.
'Ombra Alata', con sus 8 minutos y pico de duración, es el tema más breve del
disco. Comienza con golpes de tímpano y ceremoniosos sonidos de teclado que
tiene algo de delirio pagano. El cuerpo central se arma en un puro esplendor
magmiano, llegando a ser tan despiadadamente siniestro que más nos puede hacer
recordar a Shub-Niggurath. Algunos pasajes dirigidos por estilizadas florituras
de piano nos remiten a elementos de corte jazz-fusión, pero solamente se tratan
de adornos momentáneos en medio del frenesí híper-neurótico que tiene lugar sin
contemplaciones. 'Lux (L'Albero del Sole)' comienza con un tenor más calmado
pero para nada menos siniestro - más aún, tiene un talante terrorífico más
pronucado que cualquiera de las dos piezas precedentes, y para confirmar esto
bastaría escuchar el canto introductorio, casi como una escena que el alucinado
director cinematográfico Ken Russell hubiera disfrutado de colocar en alguna de
sus películas más emblemárticamente góticas. Ya cuando el rollo instrumental
se va explayando, el dinamismo rítmico establecido por el trío de
batería-bajo-piano y los torturados exorcismos vertidos por la guitarra de De
Betel ofrecen un colorido bizarro que completa muy bien las corales digitales
que amenazan con adueñarse de la situación. Poco antes del arribo a la barrera
de los 10 minutos, el grupo se sumerge en una aventura cósmica (a lo
space-rock) que va desde sonidos elatorios a ilaciones minimalistas, todo ello
para preparar la coda donde el grupo retoma el cuerpo central con impecable
pulso. Faltan casi 24 minutos para que concluya el disco, y la misión de
finiquitaarlo queda a cargo del tema '0 Infinito 1'. Este temazo se inicia con
una cobertura orquestada sublime, inundada de misterio pero, ante todo, excelsa
desde el punto de vista místico de la palabra - el tenor abundantemente
ceremonioso de esta extensa introducción nos prepara para lo que luego será el
arribo de atmósferas góticas muy a tono con la tradición pagana de los cantos
goliardos (a partir del tercer minuto y medio), y desde ahí, una armazón
instrumental pletórica de tensión y niebla inquietante que se empieza a
instalar desde antes del quinto minuto. Aquí nos topamos con las intervenciones
más catárticas de la guitarra, casi convertida en persona bajo el santo y seña
de un bizarro mago que escudriña y convoca las pulsiones más oscuras del
espíritu humano. A poco de pasados los diez minutos y medio, una sección
marcada por acordes espartanos de piano nos lleva hacia una dimensión más
serena, contemplativa, marcada por un sentido muy etéreo de la belleza, incluso
resulta candoroso dentro de los cánones usualmente bizarros de Runaway Totem.
Las imitaciones digitales de maderas, cellos y violas funcionan muy bien en
este pasaje dado que transmiten la calma grisácea diseñada para la presente
ocasión: pocos momentos hay tan bellos en el peculiar mundo del avant-prog como
este crescendo tan finamente articulado, y no sé por qué me parece un tanto
relacionado al sonido de Tangerine Dream durante su época 74-77, aparte del
perenne esquema Zeuhl, por supuesto. Poco después de pasados los 16 minutos,
algunas variantes atonales entran a tallar, y casi sin darnos cuenta, algo
terrorífico - aunque no excesivamente estridente - empieza a emerger para
llenar de temible oscuridad a nuestro entorno. Así pues, una cadencia marcial
se va imponiendo como un ejército de mensajeros subterrenales que hace una
labor de hormiga para apropiarse del mundo a su propio ritmo - la superposición
entre el piano rítmico y otro piano free-form es crucial para sostener el clima
general. El final de la canción llega con una sección cantada y el cáustico
tañido de una campana: la idea de cierre queda perfectamente plasmada.
Todo es magnificencia en este disco, así como laberinto, aventura y tensión:
"Esameron" es un disco que recomiendo para iniciarse en Runaway Totem, pues nos
ofrece una muestra clara de sus principios artísticos y lo hace con un tenor
bastante estilizado. Definitivamente, este grupo es una joya contemporánea a
ser descubierta y debidamente apreciada por los amantes de las tradiciones RIO
y el Zeuhl. Discos como éste dan pleno sentido a las metas estéticas que se
trazan los coleccionistas de discos.
César Mendoza
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