Temas
- Voyage 7 (4:01)
- Picadora (5:00)
- Piezo Fury (5:25)
- All Systems Go! (3:30)
- Dream Of The Arctic Tern (6:12)
- Santa Anna (8:15)
- Quirk (3:47)
- Sleepytime (7:10)
- Double Ascent (15:07)
Integrantes
- Steve Unruh: guitarras, violín, flauta
- Rob Winslow: bajo
- Barry Ferrands: batería
- Fran Turner: guitarras
Parece mentira cómo comenzó Resistor, de la forma más sencilla y casual, lo
cual no se condice poéticamente con el tipo de sofisticación vibrante que este
cuarteto insufla a sus vuelos instrumentales, sólidos, versátiles, llenos de
nervio y sobre todo, de niveles impresionantes de inventiva y afinidad
espiritual que hacen que permiten al ensamble articularse en una magia
compartida a través de sus casi siempre improvisadas ideas musicales. Todo
comenzó en 2005 cuando el talentoso multi-instrumentista estadounidense Steve
Unruh decidió que tenía ganas de formar parte de un proyecto musical donde
tocara principalmente la guitarra eléctrica, encontrando pronto un aliado en su
amigo ingeniero electrónico Rob Winslow. Mientras iban armando sus primeros
jams, uno de los electricistas operarios del estudio de ensayo resultaba ser
también baterista, de nombre Barry Ferrands: sabido el dato, casi al instante
se convirtió en el tercero a bordo. Cuando las primeras composiciones ya se
perfilaban en sus formatos definitivos, se sentía la necesidad de un cuarto
miembro, un teclista de preferencia=85 pero esta cuarta entidad resultó ser
otro guitarrista, Fran Turner. Así las cosas, el terreno estaba preparado para
el disco debut homónimo de 2008, seguido por "Rise" dos años más tarde, y ahora
en 2011, "The Secret Island Band Jams" constituye la tercera placa de parte de
Steve Unruh y sus compinches. La presencia de Turner permite a Unruh dar rienda
suelta a su solvencia con otros instrumentos como el violín y la flauta, un
factor que repercute notablemente en el realce de coloridos sonoros dentro del
encuadre específico de la banda, un encuadre progresivo donde se desarrollan
parajes eclécticos de psicodelia, jazz-rock, rock duro clásico, aventuras
cuasi-fusionescas y jam. Pasamos a comentar el tercer disco a continuación.
En medio del ruido del mar movido por fuentes vientos de la costa, "Voyage 7"
abre el disco con un grácil ejercicio de space-rock en 7/4 que suena a algo
intermedio entre el Guru Guru jazz-rockero y Phish. "Picadora" y "Piezo Fury"
ocupan conjuntamente los siguientes 10 minutos del disco: el primero de estos
temas establece un clima lírico bastante cálido sobre un compás de 5/4,
especialmente apoyado en el rol principal del violín, un ítem de tendencia
sinfónica; el segundo se enfila hacia un jazz-fusión aflamencado que nos
recuerda fácilmente a los ensueños hispánicos de un John McLaughlin, pero con
una base rítmica encuadrada dentro de un discurso propiamente rockero, lo cual
sirve de perfecto sustento para el perfil asumido por la guitarra eléctrica en
su dialogante antagonismo frente a la acústica. El momento de "All Systems Go!"
es uno de cambiar de rumbo para enfilarse hacia un macizo ejercicio de rock
duro con tremendo gancho, al estilo clásico de los 70s (GFR, Jeff Beck),
mientras que por contraste, "Dream Of The Arctic Tern" se encarga de crear y
sostener una aura de relajada y contemplativa serenidad en clave de jazz-rock
lento con sutiles tendencias folk-psicodélicas que nos remiten de alguna manera
a East Of Eden o a Kebnekajse. El solo de flauta que emerge en medio tiene un
tufillo tulliano imposible de ocultar, aunque con un carácter más atenuado.
"Santa Anna" se encarga en su primera parte de recoger y amplificar el espíritu
space-rock que ya había insertado la pieza inicial, con la salvedad de que el
esquema rítmico es más pausado, algo que el ensamble aprovecha muy bien para
darle un realce más notorio a los solos y riffs guitarreros, a la par que el
grupo en bloque explora matices envolventes. La adición de inquietantes líneas
de violín en algunos pasajes añade una conveniente magnificencia al asunto. La
segunda parte está diseñada sobre un incremento notorio del timbre rítmico de
la batería y una agresividad más frontal de las guitarras y el bajo: aquí
hallamos un intermedio entre el Ash Ra Tempel cañero y el estándar del sonido
stoner contemporáneo. Un final arrolladoramente electrizante para los primeros
32 minutos del disco.
Pero=85 todavía quedan 26 minutos de experiencia sónica con Resistor, aunque es
irrefutablemente legítimo decir ya que la propuesta de esta banda concretiza
exitosamente su misión ecléctica. Lo que queda de viaje comienza con los 3 BE
minutos de "Quirk", un tiempo dedicado a la serenidad contemplativa en clave de
suave y lento rock, elegantemente sazonado con savia lírica a cargo del violín:
parece todo un homenaje a Focus con retazos de Ragnarok. A continuación sigue
"Sleepytime", con la misión de continuar por la misma senda introspectiva,
incluso ahondando en la sensación de languidez emocional inherente a esta
actitud: teniendo una bien amalgamada estructura armónica compartida entre las
dos guitarras, una precisa dupla rítmica que consistentemente mantiene una
cadencia contenida y la inserción de un breve y evocativo, "Sleepytime"
recapitula a las mil maravillas los espíritus nucleares de "Quirk" y "Dream Of
The Arctic Tern". Finalmente, el último cuarto de hora del álbum está ocupado
por "Double Ascent". Se trata de un buen espacio de tiempo para explorar un
viaje musical dado, y en este caso, tenemos una aventura psicodélico-progresiva
de alto nivel que comienza con un bien encajado matrimonio entre las bases
sostenidas por el doble guitarreo y las musculares florituras de flauta: un
híbrido entre East Of Eden, Jethro Tull y Focus. Más adelante, poco antes de
llegar a la frontera del quinto minuto, las cosas se intensifican
momentáneamente hasta el punto de reconectarse con el Guru Guru más
disciplinadamente jazz-rockero, el cual, a su vez, es sucedido por un etéreo
motivo de corte space-rock. La secuencia de estos dos motivos funciona como una
ilación de puentes duales hacia la emergencia del segundo motivo del tema, uno
marcado por matices de rock duro y stoner en su recuperación del vigor sónico
del primer motivo. Unruh aprovecha la ocasión para desarrollar un intenso solo
de violín, mientras que sucesivos solos de guitarra exploran caminos
intermedios entre los explorados por los legendarios Dave Gilmour y Jeff Beck
durante los románticos años 70s. Con el efecto final de oleaje se retoma el
ambiente que precedía al inicio del primer tema del álbum, pero esta vez la
marea fluye por sí sola, sin ser atormentada por los dioses del viento.
Un señor disco es "The Secret Island Band Jams", sí, señoras y señores, un
discazo que a nosotros nos ha servido como vía de entrada al mundo musical de
Resistor; para quienes ya estén familiarizados con la obra precedente de este
proyecto dirigido por el Maestro Unruh y completado por músicos de auténtico
primer nivel, este disco no será para nada una decepción. !!Muy recomendable!!
César Mendoza
|