Temas
- La Distancia
- Sueño Narcótico
- Tiempo y Espacio
- Campo Magnético
- Maldita
- Equinoccio
- Anfibio
- Las Magnitudes
Integrantes:
- Federico Bramanti: batería
- Hernán Miceli: guitarra
- Martín Rodríguez: bajo
- Santiago Rúa: guitarra
Colaborador – Juan Rodríguez (Theremin en 1, piano eléctrico en 2,
sintetizadores en 3 y 8)
El talentoso y potente ensamble argentino Poseidótica vuelve al ruedo con otro
nuevo trabajo discográfico que derrocha vigor e ingenio: “La Distancia” es un
perfecto sucesor de “Intramundo”, y al igual que éste, se trata de un disco
conceptual. Volviendo a la temática de la reflexión introspectiva del yo, esta
vez el yo no se concentra en su entorno esencial sino en las múltiples
dimensiones que lo conforman. El relato del bajista Martín Rodríguez que sirve
de inspiración al repertorio se basa en una cita de Aldous Huxley sobre los
diversos universos en los cuales habitamos los hombres simultáneamente: dicho
relato aborda esta noción al modo de un viaje que la mente hace como en un
sueño de múltiples instancias.
El tema homónimo ocupa los primeros casi cinco minutos del disco, comenzando
con una actitud etérea para luego proceder hacia unos ambientes más relajados,
de corte jazzero: el puente entre ambas secciones es un efluvio de pesadez
cósmica pertinentemente adornada por el Theremin, y justamente este mismo
puente vuelve reciclado para la coda. Esta llamativa entrada es sucedida por el
muy potente ‘Sueño Narcótico’, tema “poseidotizado a la n potencia”. Con ello
me refiero a que se trata de un ejercicio contundente de rock complejo, con una
notoria raigambre stoner en los guitarreos, y un esquema compositivo empapado
de suficientes matices de psicodelia heavy y ornamentos progresivos como para
traducirse en un todo majestuoso a través de sus variantes de ambientes y
compases. Aquí tenemos el primer gran pico del disco. El tercer tema porta una
languidez introspectiva emparentada con el estándar del post-rock, aunque
Poseidótica incorpora su punche personal al asunto. Pasado el tercer minuto y
medio, las cosas pasan a un esquema más extrovertido, centrado en las muy
distintas sonoridades del progresivo hard en clave space-rock. Me parece otro
tema a destacar por razones peculiares. Con la pieza ‘Campo Magnético’, el
cuarteto se concentra más en la transmisión de fuerza con una inmediatez más
precisa y un gancho más directo, sin por ello hacerse chabacano ni mucho menos:
los riffs entrecortados que emergen ocasionalmente son muy atractivos, apelando
al rockero implacable que hay en cada uno de nosotros, progheads sin remedio.
‘Maldita’ ocupa un espacio menor de 2 minutos, alo que aprovecha Poseidótica
para aumentar el punche heavy que ya se había instalado en el tema anterior.
‘Equinoccio’ cambia radicalmente de registro, llevándonos a una psicodelia
cósmica trabajada con particular ahínco reconstructivo, con una inquietud que
nunca se desborda y una siniestra oscuridad que solo se muestra a chispazos:
Guru Guru o Ash Ra Tempel hubieran estado orgullosos de haber maquinado este
lisérgico viaje sonoro para cualquiera de sus primerísimos discos, pero no, el
destino quiso que se tratara de una composición del nuevo milenio a cargo de
una banda sudamericana como ésta. En fin, las ondas finales de ‘Equinoccio’ se
engarzan con el inicio de ‘Anfibio’, tema que reemplaza la precedente inquietud
innombrable por una actitud reflexiva marcada por la sabia confluencia de
sonoridades stoner y heavy en un juego progresivo de contrastes y variantes. La
dupla de estos dos temas instala una expectativa para lo que se viene en los
últimos 14 ¾ minutos del disco, ocupados por ‘Las Magnitudes’. La entrada épica
marcada por los casi marciales golpes de la batería y los monocromáticos
retazos dibujados por una de las guitarras asientan una tensión
inteligentemente calculada, llegando a crear una atmósfera sólida. El impacto
de este pasaje inicial se complementa con una sección más dinámica y un poco
menos tensa: algunos fraseos de guitarra metidos en medio de los aguerridos
riffs resultan levemente crimsonianos, algo que particularmente me agrada. Bien
pronto la dupla rítmica vuelve a crear ambientes marciales, como re-evocando la
aureola de tensión con la que se había iniciado el tema. Cuando el vendaval
termina, nuestros oídos se enfrentan al oscuro vacío reflejado en las
minimalistas cortinas spacey de sintetizador, las mismas que anuncian el arribo
de un nuevo motivo marcado por una definición melódica dentro de un esquema
psicodélico. Luego sigue una sección lenta y meditativa, con sutiles climas
jazzeros que luego se manifiestan más abiertamente en un interludio funk-rock
que finalmente aterriza en el pasaje de cierre, un reprise del imponente
vendaval inicial.
Vigor sin compasión y eclecticismo llamativo, dos cualidades que Poseidótica
encarna muy bien en su oferta de rock complejo. El grupo conoce muy bien el
potencial de su esquema sonoro, explotándolo de manera muy ingeniosa – esto
funcionó en “Intramundo” y vuelve a funcionar ahora en “La Distancia”, un
trabajo donde refinan sus ideales de complejidad y reformulan su gusto por lo
potente.
Cesar Mendoza
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