El mar, i llavors sortí el sol=85 i el reflexe (13:18)
Integrantes
- Marc Capel: órgano Hammond L100, piano eléctrico Fender Rhodes y Challen,
sintetizadores Yamaha CS80 y Jen SX1000
- Dimitiris Bikos: bajo sin trastes
- Natsuko Sugao: trompeta
- The-Hien Trinh: trombón
- Alfonso Muñoz: saxos alto, soprano y barítono, percusión
- Vasco Trilla Gomes dos santos: batería, percusión
Colaboradores - Sisu Corominas (saxos tenor y alto), Pablo Selnik (flauta en
9-13), Guillem Serra Llorenc (corno francés en 1, 2 y 5-7), Liba Villavecchia
(solos de saxo tenor en 1 y 2)
El ensamble catalán Planeta Imaginario sigue dando pasos de gigante de forma
coherente y sostenida en su misión de llevar la vertiente jazzeada del género
progresivo a lo largo del nuevo milenio. Ahora que el segundo decenio acaba de
empezar, Planeta Imaginario da nueva cuenta de su ingenio musical con "Optical
Delusions", por vía del sello Cuneiform Records. Teniendo en cuenta que el
grupo ya no cuenta con un guitarrista en sus filas, el sonido grupal asume la
nueva situación con un manejo más intensivo de su ensamble de vientos (el cual,
a su vez, adquiere mayor vigor con la presencia de invitados), a la vez que los
teclados de Marc Capel asumen un lugar más destacado dentro del bloque sonoro a
la hora de armar las bases de cada pieza. De hecho, se aprecia bastante el
gusto de Capel por los sonidos vintage, especialmente en el vibrato
canterburyano que le da al órgano (a la usanza de Soft Machine, Gilgamesh,
Hatfield, Isotope). Si en discos anteriores, PI generaba una amalgama inspirada
en el Canterbury, la fusión 70era (Weather Report, Perigeo), el Zappa de la
"big band" y el space-rock, ahora este último elemento ha decrecido
considerablemente, lo cual se condice perfectamente con el revigorizado
protagonismo de los metales que mencionamos anteriormente. Por lo pronto,
adelantamos que PI se borda enormemente con el repertorio de este disco, el
cual es el más extenso de su discografía hasta ahora.
Con la ilación de 'Acció Col-lectiva', 'El jardí de las vaques alegres' y
'Xarramandusca' disfrutamos de más de media hora de intensidad musical que pone
los puntos sobre las íes en la renovada situación estilística de la banda.
'Acció Col-lectiva' da inicio a la cosa con un aire amable y alegre, con una
extroversión contenida bien reflejada en el modo en que se desarrolla la
armazón sónica. Hay un solo de piano eléctrico que inicia un oportuno momento
de melancolía. Más adelante, el asunto se pone un poco más denso e intenso,
pero no se trata de un giro abrupto sino de una transición fluida, realizada
con impecable fluidez. Este pasaje no es muy largo, pues el tema regresa a la
calidez inicial para sus últimas instancias. Tras un hermoso preludio a cargo
del ensamble de metales, 'El jardí de las vaques alegres' se explaya en un
cuerpo central vibrante que encarna muy bien el dinamismo esencial de la banda.
Las variantes de ambiente y compás, los ornamentos cósmicos de sintetizador, el
órgano de amplias cadencias retro, el swing contundente de la dupla rítmica y
los solos individuales de vientos operan a las mil maravillas dentro del
encuadre general de la composición. 'Xarramandusca' despega desde donde terminó
la pieza precedente con sus medidos flirteos psicodélicos y empuja hacia
desarrollos progresivos aún más sofisticados, poniendo esta vez el acento
preferente en el jazz-fusión estadounidense a fin de sopesar el inevitable
lirismo grácil canterburyano al cual PI nunca renuncia del todo. El pasaje de
metales orquestados es simplemente sublime. 'Bona sort, amic meu' es un breve
nocturno de piano inmerso en efectos de granja, los mismos que ofrecen un
contraste abierto frente a la lánguida expresividad de las teclas. 'Preludis
Clinics del Home-gos' es el concepto que unifica la secuencia de los 3
siguientes temas: 'Angioma' y 'Hemangioma' siguen reflejando el espíritu de
aventura melódica que ya había dado tan buenos réditos en 'El jardí de las
vaques alegres', mientras que 'Bisturí' elabora un puente de relax en medio de
las dos arquitecturas caleidoscópicas, muy receptivas de la traviesa agilidad
que Zappa insuflaba a sus composiciones para big band.
'Introducció de Llepavoreres' es una sonata de piano que grita por igual las
influencias de Gowen y Hammer, donde se instala el inicio de 'Llepavoreres',
continuadamente guiado por el piano. Poco a poco, la reinante aureola
ceremoniosa va cediendo espacio al desarrollo de un cuerpo central signado por
una base melódica cautivante y un swing efectivo. Si 'Xarramandusca' y la
tríada de 'Preludis Clinics del Home-gos' habían conformados picos de
fastuosidad, 'Llepavoreres' y su introducción nos han llevado hacia máximas
expresiones de la faceta más entrañable de PI.
Los 13 minutos del concepto 'Elements imperfectes sobre quartz vermell' se
distribuyen a través de la secuencia de 'Element de la puresa imperfecte',
'Element del art pur i imperfect' y 'Element de la persuasió imperfecte'.
'Element de la puresa imperfecte' tiene todas las trazas de un híbrido entre
Isotope y el Zappa del big band, amable y cálido con cierta densidad implícita
pero asolapada. 'Element del art pur i imperfect' empieza con un discurso
radiofónico sobre el sentido del arte experimental que abre campo a una
aventura psicodélica marcada por la síncopa de un pitido telefónico: el
ambiente general es grisáceo, casi rayano con el zeuhl de raigambre jazzera
(Eskaton o Zao), y con un sintetizador que sabe hacer sobresalir sus atmósferas
cósmicas con el propósito de impulsar el derroche de fuerza emitido por la
dupla rítmica. El concepto se completa con el fantástico colorido de 'Element
de la persuasió imperfecte', un ejemplo de la faceta más bombástica de la
banda. El disco se cierra con 'El mar, i llavors sortí el sol=85 i el reflexe',
tema que comienza con hermosas escalas de piano y un interesante ambiente
melancólico no desprovisto de cierta intensidad expresiva; luego, pasamos a una
sección dominada por un swing propio de los estándares de la fusión de vieja
escuela (a medio camino entre Weather Report e Iceberg), lo cual a su vez sirve
para que el grupo vaya asentando su lado más extrovertido. Hay un solo de
flauta sencillamente fenomenal en algún momento del último tercio del tema, el
cual concluye con una sensación climática no muy exagerada pero con paso firme.
De este modo se completa le experiencia de "Optical Delusions", una experiencia
que confirma a Planeta Imaginario como merecedor de un sitial especial
contemporáneo en las preferencias de los amantes del jazz-prog.
César Mendoza