Temas
- Adriatico
- Fetakyma
- Pugni Chiusi
- Boccasedrio
- Epitaffio
Valdapozzo
- Laboratory
- Kitchen
- Upstairs Room
- Entrance
Integrantes
- Aldo De Scalzi: piano, órgano, sintetizadores, guitarras, computadora,
secuenciador
- Paolo Griguolo: guitarras eléctrica, acústica y preparada, sampleos
- Aldo Di Marco: batería, vibráfono, percusiones no convencionales, sampleos
- Claudio Lugo: saxo soprano, sampleos
La gente de Picchio dal Pozzo, una de las bandas más exquisitas y peculiares
dentro de la vertiente jazzera-experimental de la escena progresiva italiana
setentera, volvió al ruedo discográfico en el 2004 con un trabajo
sorprendente, no por situarse dentro de pautas experimentales, sino por el
hecho de saber sorprender al público con nuevas ideas después de 23 años sin
tocar ni crear juntos. “Pic_Nic@Valdapozzo” ha de suponer una experiencia
nueva para los conocedores y amantes del testimonio discográfico del grupo,
y aun a pesar de ser nueva, sabrán apreciar la osadía con que el ahora
cuarteto supo asumir el momentum. El grupo se muestra sensible a las fuentes
sonoras actuales, manejando con soltura y sin prejuicios efectos
electrónicos, sampleos, secuencias rítmicas propias del pop electrónico
actual y percusiones también electrónicas, todo ello en un perpetuo ambiente
básico de jazz vanguardista. Varios de estos sampleos recogen y reconstruyen
actuaciones del difunto genio del canto Demetrio Stratos en 1979, grabados
en 1979 durante un breve periodo de colaboración con la banda.
Los aires renovados de esta renacida criatura vanguardista se ponen en
evidencia desde el impresionante tema de entrada ‘Adriatico’, el cual está
elaborado sobre un motivo de piano en 5/4. Los arreglos de saxo y los
efectos electrónicos le dan una aureola etérea al asunto, lo cual sirve para
realzar la potencialidad evocativa de la pieza. Las intervenciones de piano
en los momentos más relajados de la segunda mitad de la pieza me recuerdan a
los pasajes más melancólicos del ya lejano disco debut. ‘Fetakyma’ es,
ciertamente, un tema más perturbador. La voz de Stratos flota en el aire
como un cometa, distante y majestuoso, mientras que la amalgama instrumental
se va acomodando y reacomodando por un período de 12 minutos. Con las
manipulaciones percusivas del inicio se abre un clima de musique concrete
donde lo aleatorio y lo libre se confunden en una sola fuente sonora. Las
primeras sueltas notas de piano son pronto acompañadas por unas
crepusculares líneas de saxo: la guitarra entra a dialogar con el saxo,
anunciando con ello el andamiaje del primer motif de la pieza, bastante
lírico en verdad, pero con la entrada del segundo motif, en clave de rock
experimental electrónico, el tenor se pone perturbador (tal como mencioné
antes), siendo así que la incorporación posterior del motif inicial le da un
aura más bizarra al asunto. ‘Pugni Chiusi’ le da mayor espacio al flujo
libre de sonidos propios de la vanguardia concreta, antes de aterrizar en un
motivo jazzero en ritmo de blues. El carácter a la vez misterioso e
introspectivo del repertorio tal como está ahora se prolonga en
‘Boccasedrio’, en la cual el vibráfono marca el colorido de base sobre el
cual las orquestaciones de saxo y teclado y los efluvios ácidos de guitarra
completan la energía potencial del tema. Los susurros sampleados
persistentes proporcionan un aire lúgubre al tema. El breve ‘Epitaffio’
también persevera en esta línea misteriosa, esta vez portando un talante
étnico-electrónico.
Las cuatro últimas piezas provienen de una actuación del reformado grupo en
un pub de la localidad de Valdapozzo. Juntas duran apenas 16 minutos,
tratándose de sendos ejercicios de free-jazz con sensibilidad electrónica
vanguardista. La intención de los músicos no es tanto el de hallar una
estructura a través de sus improvisaciones, sino la de desafiar la misma
idea de estructura. Tal como sucede con el repertorio de estudio, estas
piezas en concierto asumen una actitud perturbadora sin apelar a recursos
sonoros frontalmente hirientes o agresivos. Mis menciones especiales vana
para los loops oscuros con que finaliza ‘Laboratory’ y los delirios casi
tribales que emergen durante la segunda sección de ‘Upstairs Room’. El
abrupto final de la última pieza es un colofón apropiado para este
despliegue de inquietud deconstructiva, un cierre potente pero
anti-climático, siendo así que ello no constituye un defecto. Picchio dal
Pozzo volvió a la luz y demostró que aun tenía ingenio y agallas: su retorno
del 2004 fue realmente estupendo, y por ello solo puedo considerar a este
disco como altamente recomendable para todos los melómanos de espíritu
genuinamente aventurero.
César Mendoza
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