Temas
- Non C’e Tempo da Perdere
- Déjà Vu
- Rituale
- Abbiamo Tutti un Blues da Piangere
- Country
- Nadir
- Vent, Pioggia e Sole
Integrantes
- Franco D’Andrea: pianos, sintetizador
- Giovanni Tommasso: bajo, contrabajo, canto
- Claudio Fasoli: saxos
- Bruno Biriaco: batería, percusión
- Tony Sidney: guitarras
Mi colección personal de Perigeo se va ampliando con mi reciente adquisición
de este ítem, su segundo trabajo: permitidme comenzar diciendo que “Abbiamo
Tutti un Blues da Piangere” es un disco hermoso, pletórico de magia
evocativa y candidez emotiva, y desde ya debo anunciar que este disco supuso
una sorpresa para mí, dado que hasta hace una semana (escribo esto en la
víspera del segundo domingo de mayo) solo conocía el cuarto disco “Il Valle
dei Templi”. A comparación de este último, en el cual el frenesí emerge como
una fuente sonora predominante, en “Abbiamo Tutti...” se da mayor peso a la
magia de raigambre onírica en términos amables, algo así como una mezcla de
Weather Report y Canterbury suavizado, empapada de matices melódicos
recurrentes en la sensibilidad mediterránea. El tema de inicio ‘Non C’e
Tempo da Perdere’ comienza con unos efluvios de piano que crean un torrente
de sonido casi irreal – el motivo central trae un aura de jazz fusión
bastante bien lograda en su vibración melancólica. Casi 9 minutos de
candidez espiritual que se perpetúan de manera aun más intensa en la
siguiente pieza ‘Déjà Vu’, la misma que se pierde en los meandros de un
bosque otoñal bajo las inmensa sombras del atardecer. La manera en que el
saxo soprano, a cargo de un Fasoli casi convertido en gurú, flota sobre los
arpegios de piano y guitarra acústica muestra de forma definitiva la
habilidad de Perigeo para operar en bloque a partir de una idea concreta. !Y
qué decir de los alucinados aportes del contrabajo de Tommasso, llevados
hacia sus notas más altas con un arco! - !fabulosos! ‘Rituale’ adquiere una
tonalidad un poco más “tribal”, más apegado a lo afro-latino, sobre una base
rítmica de corte funky
La segunda mitad del disco comienza con la pieza homónima, cuyo preludio
consiste en una bellísima sonata de guitarra acústica, crepuscular y
distante como un suspiro cómplice, perdido en los rincones más oscuros del
pasado, pero que aun deja una huella imborrable en el alma. Con el
desarrollo de la pieza se van sumando el bajo y el saxo soprano en las
líneas melódicas que van surgiendo a partir de la base armónica guiada por
la guitarra acústica y coadministrada por el piano eléctrico. Permítaseme
añadir que Biriaco ejecuta una de sus performances mejor logradas de este
disco: a pesar del compás lento del tema, gracias a Biriaco adquiere una
intensidad que ayuda enormemente a completar su idea nuclear. Lo seis
minutos de esta hermosa pieza se me hacen muy pocas, en verdad. El disco
continúa con ‘Country’ y ‘Nadir’: el primero es un tema de marcada
influencia Weather Report, con una estructura sencilla y amable, mientras
que el segundo nos remite de nuevo a los paisajes sónicos envolventes de las
dos primeras piezas. Siendo así que ‘Country’ dura poco más de 3 minutos y
‘Nadir’ ni siquiera llega a los 4, ambos temas deberán ser percibidos como
interludios entre el tema homónimo y el de cierre ‘Vento, Pioggia e Sole’.
Bajo este título alusivo al viento, la lluvia y el sol figura un
electrizante jam en el cual la banda articula de manera totalmente
manifiesta sus influencias norteamericanas, especialmente los ya mencionados
Weather Report y Return to Forever. Claro está, Perigeo no es una banda de
neta esencia explosiva, pero sí se nota que es un ensamble que sabe
desenvolverse bien en los ambientes más extrovertidos del jazz-rock
estándar.
Como conclusión, solo me queda recomendar ampliamente el “Abbiamo Tutti un
Blues da Piangere” de Perigeo a todos los amantes del progresivo con una
despierta sensibilidad jazzera: de hecho, la oferta musical de Perigeo está
más propiamente marcada por los parámetros del jazz-fusión que la vertiente
progresiva, pero ciertamente su rica amalgama sonora la hace idónea en una
buena colección progresiva.
César Mendoza
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