Incantations [Parts 1 – 4]
Mike Oldfield: guitarras electricas, acusticas, clasica y española,
teclados, sintetizadores, bajo, percusion
Colaboradores – Pierre Moerlen (bateria, vibrafono en Part 4), Sebastian
Bell (flautas), Terry Oldfield (flautas), Maddy Pryor y Sally Oldfield
(voz), Mike Laird (trompeta), Jabula (tambores africanos), Queen College
Girls Choir (coros), David Bedford (arreglos de cuerdas y coros)
Justo en un tiempo en el que Mike Oldfield estaba empezando a tomar
distancia de su caracter misantropo a fin de lograr adquirir una
personalidad mas asertiva, la idea de hacer un album como “Incantations”
empezo a gestarse y madurar en su mente. La pretension de hacer un disco con
una presencia sistematica de una orquesta manifestaba un correlato a sus
deseos de abrirse al mundo de manera mas solida, y ciertamente el material
del disco despide por todos sus poros un aura celebratoria, al modo de una
mirada triunfante hacia un entorno del cual el observador quiere ser parte
activa, un entorno en el cual uno quiere meterse de lleno e integralmente.
Ordenar, elaborar y grabar la concrecion de estas nuevas ideas le llevo a
Oldfield un mayor tiempo que el que le demandaron sus tres discos
anteriores, pero esto no es de extrañar, pues la meta de este maestro era la
de gestar una obra musical que ostentara pulcritud y distincion, a traves de
las cuales el esplendor del florecimiento espiritual puidera manifestarse de
forma inequivoca. Una labor muy ardua esta de complementar la suma
inteligencia artistica con el candor emocional... pero es muy cierto (al
menos, desde mi punto de vista) salio en extremo airoso de este doble
empeño. Claro esta, la mano del fino orquestador y director David Bedford se
hace notar, jugando un papel crucial en el exorcismo musical. Las cuatro
partes de “Incantations” se reparten a traves de los cuatro lados del album
doble.
El colorido con que los instrumentos de Oldfield, junto con la orquesta y
demas acompañantes de turno, crean en torno a las ideas musicales registran
un adecuado contrapelo a la naturaleza minimalista de las mismas. La Parte 1
exhibe la secuencia de los motivos recurrentes que atravesaran la unidad
integradora de la obra. La superposicion de minimas capas corales del inicio
es sucedida por un sutil arreglo de cuerdas y flautas que emerge al unisono
con las primeras capas de sintetizador vertidas por Oldfield. Sus lineas de
guitarra de fuerte raigambre celtica no tardaran en aparecer, pero
ciertamente en esta seccion los teclados y la flauta ocupan el rol
protagonico, un rol que nunca se hace excesivo merced a las sutilezas de la
partitura. La presencia de corales y exoticas cadencias percusivas nos
recuerdan inconfundiblemente al motivo principal de la primera parte de
“Ommadawn”, pero con un timbre hipnotico mas marcado, acorde con el espiritu
general del doble disco. Al terminar las ultimas lineas de flauta,
sintetizador y cuerdas, el oyente ya queda atrapado mentalmente por el
encantamiento. La Parte 2 empieza con una secuencia delicadamente armonizada
de teclados editada en reversa, lo cual le da un aura onirica,
cristalinamente delicada. El proceso de hipnosis sigue operando sobre la
mente del oyente. Apenas termina esta seccion antes mencionada, irrumpen el
sintetizador y la orquesta para crear unas fastuosas cortinas minimalistas
al modo de un amanecer moderadamente abrupto. La inclusion de texturas
tensas en medio de las cortinas orquestales, y la posterior entrada de la
guitarra, sirven para aumentar el elemento onirico: y por si esto fuera
poco, un motivo de la Parte 1 reingresa como un ensueño. La ultima seccion
de esta parte consiste en una secuencia telurica marcada por tambores y
percusiones tonales: el canto de Maddy Pryor vierte extractos del poema
“Hiawatha”, original de Henry Wadsworth Longfellow. Ahora el ambiente es
semejante al de un ritual.
La Parte 3 es mi favorita personal, y ello se debe principalmente a la
manera tan esplendorosa en que se manifiesta la exaltacion. La fanfarria de
guitarra y orquesta con que se inicia esta parte es, sin duda, una de las
ideas mas fastuosas que haya concebido jamas Oldfield como compositor,
siendo asi que su cadencia sinfonica se asemeja al caracter epico de la
Obertura de Guillermo Tell. A continuacion sigue un motivo muy semejante a
la secuencia ritualistica que ocupaba la segunda mitad de la parte anterior:
esta vez el asunto aparece mas adornado, siendo asi que la guitarra en
mantener una posicion protagonica a la hora de ofrecer revisiones y
expansiones de motivos anteriores sobre los tambores y vibrafonos. Cuando
emerge una segunda seccion sinfonica, llegamos al que yo considero el
momento mas energico del disco. Las elegantes armonias y texturas armadas
por los sintetizadores cubren los espacios con excelsa elegancia; como suele
suceder, lo celtico aporta un candor especial al asunto. Cuando mas tarde se
une la guitarra, la amalgama sonora adquiere una cierta agresividad que, en
vez de romper con el ambiente general del motivo, añade un matiz nuevo a la
amalgama ya instalada. Tras un interludio en el que las percusiones retoman
en parte su anterior relevancia, retorna una porcion de la segunda seccion
sinfonica a fin de cerrar esta parte con insoslayable altivez. La Parte 4 se
asume como una suerte de recapitulacion de las Partes 1 y 2, y en menor
medida, de la Parte 3. Los motivos mas recurrentes de pasajes anteriores se
integran aqui con una renovada luminosidad. Los pasajes de percusion tonal
adquieren una prestancia mayor que antes (sin duda, debido a la
participacion de Moerlen), como si se tratara de una contundente lluvia de
rocio que crea sus propios ecos, mientras que la guitarra solista parece
flotar en el aire como una hoja llevada por la brisa otoñal al atardecer. El
reprise de la seccion telurica que habia conformado la segunda mitad de la
Parte 2 da inicio a la hora cumbre de “Incantations”: la presencia de la
guitarra brinda un aura mas rockera al asunto, mientras que la entrada de la
orquesta y las cortinas de teclado proporcionan una vibracion global
realmente apoteosico. La seccion cantada a duo por Maddy Pryor y Sally
Oldfield usa como letra la Oda a Cynthia, cuya autoria es de Ben Johnson:
estas evocaciones romanticas encuentran un adecuado colofon en el punteo
final de guitarra. Un final alucinante para el cual se nos estaba
preparando; con todo, cabe mencionar el ingenio del que se valio Oldfield
para no permitir que este ‘grand finale’ no llegara a niveles de exceso o
auto-indulgencia reiterativa.
!Que mas puedo decir! “Incantations” es una de mis obras favoritas de toda
la carrera de Oldfield; no me cabe duda alguna de que se trata de la
expresion culminante de su faceta musical mas preciosista, siendo asi que
logra completar de forma exitosa una fase de asentamiento artistico. La
frescura que se respira a lo largo del “Incantations” se manifiesta
visualmente en el paisaje de la cala menorquina de Santa Galdana que aparece
detras de Oldfield en la portada.
Cesar Mendoza
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