Temas
- Hades
- Identidad Legal
- El Quimerista I
- Memoria
- Fuego
- El Quimerista II
- Espejos
- Trozos de Luz
- El Quimerista III
- Children Suite [I. En el Parque II. La Siesta III. El Papagayo IV.
Contemplando las Estrellas V. El Bachacalabo VI. A Través del Espejo VII.
Cuentos del Bosque VIII. Fantasía]
Integrantes
- Carlos Plaza: teclados, bajo, batería (excepto en 3, 6 y 9)
- Omar Acosta: flauta
- César García Forero: guitarras, bajo, teclados, percusión en 3, 6 y 9
- Carolina Prieto: voz (excepto en 5)
- Juan Olmos: voz en 5
Tercer disco de Kotebel, una de las más excelsas bandas de progresivo sinfónico
actualmente existentes en España (liderada por el natural de Venezuela Carlos
Plaza), “Fragments of Light” supone un viaje muy especial hacia los recovecos
artísticos que el grupo proyecta para este ecléctico repertorio. La visión
musical que se terminó proyectando en el glorioso “Omphalos” ya se nota
afianzada en su maduración a través de las ideas musicales vertidas en este
disco.
Los primeros 12 minutos están ocupados por ‘Hades’, una estupenda manifestación
de colorido progresivo donde el sinfonismo y lo pastoral se entrelazan en una
estilizada amalgama sonora, pertinentemente ornamentada con ocasionales adornos
de tipo fusión latina y esporádicas texturas de corte spacey. Estilísticamente
hablando, el esquema sonoro manejado por el grupo me suena a una confluencia de
BMS, Yes, UK y Vytas Brenner. Los juegos armados por los teclados dirigen con
firmeza los complejos desarrollos melódicos y armónicos de la pieza. Luego
sigue ‘Identidad Legal’, una pieza misteriosa que inesperadamente se asemeja
más a lo que se puede esperar de Univers Zero: el glamoroso colorido inherente
al sonido grupal no esconde la ambientación tétrica aludida por las bizarras
progresiones de acordes al piano y las cortinas de órgano sintetizado. El solo
de guitarra que emerge a partir del segundo minuto y medio es otro recurso de
intensidad oscurantista. Con ‘El Quimerista I’ pasamos a un registro
enteramente bucólico: García Forero se hace cargo exclusivo de las guitarras
acústicas y percusiones en unos entusiastas efluvios exóticos, cargados de
alusiones a la bosanova y el folklore de la América tropical. ‘Memoria’ es una
pieza a medio camino entre el sinfonismo y el new-age: incluye un relato y
cánticos femeninos, los mismos que realzan el cariz ceremonioso de la pieza.
Los solos de flauta, por su parte, añade un tenor clasicista que es
ocasionalmente recogido por uno de los sintetizadores. Con ‘Fuego’ nos hallamos
ante una rara pero eficaz confluencia entre el lirismo envolvente del
sinfonismo de claras raíces académicas y las atmósferas desafiantes del
chamber-rock. Los pasajes en los que la guitarra acústica se cuela
discretamente para complementar las secuencias de acordes del piano es un truco
efectivo: en cambio, la flauta se hace notar siempre que hace acto de
presencia. (También hay una narración aquí, lo cual, en lo personal, no me
gusta tanto). Aquí tenemos casi un cuarto de hora de gloria sonora progresiva:
la inclusión de ciertas secciones instrumentales marcadamente jazzeadas ayuda a
generar variantes interesantes a la hora de crear un clímax. Los yessianos
solos de guitarra y sintetizador que se alternan en los últimos 90 segundos son
tremendamente emotivos – todo un deleite esta magna pieza, en verdad. ‘El
Quimerista II’, que tiene en acción a todo el ensamble, tiene un aire retro que
puede recordarnos a The Flower Kings hasta cierto punto: las guitarras
aprovechan su polivalente rol protagónico en el manejo de armonías, riffs y
solos. ‘Espejos’ es un tema de tendencia abiertamente melancólica – comienza
con un motivo exótico de tenues colores arabescos, antes de que el piano se
explaye en pasajes notoriamente serenos por un buen rato. El piano es luego
reemplazado por cortinas de sintetizador que mantienen el aura contemplativa
hasta antes de llegar al sexto minuto, que es cuando la pieza torna hacia un
ritmo y una melodía más ágiles. Como dando coherencia al tema en su integridad,
la coda nos devuelve a la melancolía nuclear. Por 3 minutos, ‘Trozos de Luz’
nos devuelve al sinfonismo adornado de fusión que había inspirado los mejores
momentos de la pieza de apertura. El concepto de los Fragmentos de Luz se
cierra con ‘El Quimerista III’, un tema construido por la pareja de bajo y
guitarra emulando al Stick, con un trasfondo de corales sintetizadas que a su
vez emulan al legendario mellotron.
El epílogo del disco consiste en una serie de ocho breves piezas de piano que
conforman ‘Children Suite’: de este modo, Plaza explora su lado más intimista
haciendo gala de su estilo refinado a través del manejo de colores cándidos y
amables. En conclusión, “Fragments of Light” supone un paso de gigante para un
Kotebel férreamente dispuesto a aportar aires nuevos a los estándares del rock
sinfónico.
César Mendoza
[Dedico esta reseña a Ernesto Caldera y Guillermo Paladino, con todo mi aprecio
y toda mi gratitud]
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