Temas
- Bosque de Piedras
- Del Parque
- El Arte de Seguir Vivos
- Sueños de Opio
- Labra un Lugar (de Sonidos)
Integrantes
- Ángelo Pérez-Palma: voz, armónicas, guitarra acústica
- Daniel López: teclados, xilofón, glockenspiel
- Víctor Otárola; batería, percusión
- Mauricio Hooker: bajo, flauta, flauta dulce, coros
- Eduardo Valcárcel: guitarras eléctricas y acústica
Colaboradores: Octavio Castillo (flauta en 4), Pauchi Sasaki (violines en 4),
Lalo Williams (arreglos de cuerdas en 4)
Para los que hemos estado pendientes de lo que iba sucediendo en la escena
art-rock limeña de los últimos 5 años, este disco debut del quinteto Kharmina
Buranna era una cuestión de larga espera: ahora, en agosto de 2008, por vía del
sello chileno Mylodon Records, “El Arte de Seguir Vivos” es una realidad
fáctica, y de hecho, una realidad de buena factura dentro del esquema rockero
progresivo. Kharmina Buranna inició su trayectoria a mediados de los 90s
haciendo covers de rock clásicos y blues-rock (Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Ten
Years After, Stevie Ray Vaughn, etc.), y luego, al entrar al nuevo milenio, el
grupo decidió dedicarse más a fondo a cultivar el género progresivo que siempre
fue santo de peculiar devoción. Grupos como Yes, Jethro Tull, Genesis, King
Crimson, Focus, PFM,… eran ítems de cabecera (incluso el teclista Daniel López
formó parte de un proyecto tributo a Jethro) que finalmente influyeron en el
repertorio creado por Kharmina Buranna en su proceso de maduración estilística.
“El Arte de Seguir Vivos” es el pleno testimonio de estas inquietudes que
llevaron a tres de los cinco temas a acaparar espacios de más de 10 minutos. De
todas formas, algunos resabios del blues-rock permanecen en la rica amalgama
gestada por la banda, siendo el más patente el uso de la armónica a cargo del
cantante Ángelo Pérez-Palma – se nota que él se siente bastante cómodo en este
registro. Por otro lado, los aportes de flautas traversa y dulce por el bajista
Mauricio Hooker emergen para imprimir un especial colorido a los pasajes más
abiertamente pastorales y bucólicos del disco.
El disco comienza con ‘Bosque de Piedras’ comienza con pletóricas armonías y
cortinas de sintetizador, muy a lo Wakeman; una vez que el ensamble en conjunto
de asienta, las cosas pasan frontalmente a un plano bombástico muy dinámico,
con un ambiente general que suena a una híbrido de Yes, PFM y el Jethro Tull de
“Songs from the Wood”. Algunos pasajes disonantes en los cuales el órgano, la
guitarra solista y la dupla rítmica empiezan a ponerse machacantes, las cosas
pasan a un plano más psicodélico por la parte dura (coincidiendo con el King
Crimson setentero, o con Areknamés). Con todo lo efectivo y hermoso que ha sido
este estupenda tema de apertura, yo hubiera preferido que el segundo tema
hubiese sido en realidad el primero. En efecto, ‘Del Parque’ cuenta desde el
mismísimo punto de partida con un empuje agresivo que encarna muy bien la
faceta más muscular de la banda. Imaginemos una confluencia entre VdGG y la
hornada sinfónica pesada italiana (Museo Rosenbach, Ossana), sazonada
ocasionalmente con adornos gentlegiantianos. El uso de percusiones tonales
realza las bases de teclado en algunas secciones, mientras que los solos de
armónica y guitarra eléctrica emiten impresionantes sensaciones electrizantes.
La pieza homónima es la más enraizada en la historia lejana de Kharmina
Buranna: un blues-rock a toda regla, con un compás bien marcado y una cadencia
fácil de distinguir. Eso sí, el asunto va más bien por el lado estilizado – el
grupo decide dejarse influir más por la mágica majestad de Led Zeppelin y el
esplendor del Jethro Tull de “Stand Up”/”Benefit” que por la crudeza arraigada
de un Mayall o un Vaughn. No caben dudas sobre los méritos específicos
referidos a los sucesivos solos de armónica, guitarra y órgano, los cuales
ensalzan muy bien el jam elaborado en el interludio: es por eso que, no siendo
la pieza más compleja del disco, sería muy engañoso tildarlo de simplista. En
fin, las dos últimas piezas nos vuelven a enfilar hacia el horizonte progresivo
sin tapujos. ‘Sueños de Opio’ comienza con un variado preludio que durante 4
minutos nos muestra el dinamismo propio del estilo KB; al aterrizar en la
sección cantada, la pieza nos muestra su faceta más etérea, algo que se
enfatiza más cuando los arreglos de cuerdas entran a tallar para realzar el
lirismo ensoñador del momento. Los últimos 13 minutos del disco están ocupados
por ‘Labra un Lugar (de Sonidos)’, el cual recapitula y capitaliza las virtudes
más netamente progresivas del repertorio precedente – con Yes y PFM como
referencias importantes, el uso de sonoridades pesadamente psicodélicas y
ciertos adornos tullianos, se hace notar la introducción de aires emersonianos
en varios registros del órgano. El interludio pastoral (donde destacan las
gráciles líneas de la flauta dulce) y el suavemente refinado boato de la coda
brindan una efectiva conclusión tanto a esta pieza como al disco.
“El Arte de Seguir Vivos” queda como un nítido testimonio de un cierto cénit
creativo de la banda. En el concierto que KB dio el viernes 1 de agosto para
celebrar la presentación oficial del presente disco se concretó la partida del
vocalista Ángelo Pérez-Palma, quien seguirá adelante con proyectos personales
fuera del Perú. Se inicia por ahora una nueva fase en el sendero musical de KB
en busca de otros momentos nuevos.
César Mendoza
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