Temas
- Las Siete Columnas
- Presencias
- Oniromante
- Espejismo
- El Triangulo
- Ojo de Venado
- Las Cuatro Imagenes
I.- La Noria
II.- Dia Interno
III.- Mirandome Mirarme
IV.- Una Larga Agonia
- El Enyerbao (Pilon)
Jose Luis Fernandez Ledesma: guitarras acusticas y electrica, teclados,
bajo, vihuela, autoharp, kalimba, djembe, flautas, ocarina, platillos,
canto
Con – Margarita Botello: canto, santur, huehuetl, ayoyotl, sintetizador,
campanas, cimbalos, maracas
Colaboradores – Raul Flores (balafon, tar, tambor tarahumara, cuerno,
chirimia, dolki, toms, cantaros, tepalcares), German Bringas (saxo soprano)
Este es uno de los discos mas extraños que he escuchado y adquirido en los
ultimos años, y aun asi, no puedo calificarlo como opresivo ni apabullante,
pues me parece todo un prodigio de belleza inescrutable y espiritualidad
surrealista hecha sonido – eso si, siniestro, cuando no funebre, este disco
lo es, y hay que ver como lo ostenta. “Al Filo” impacta desde la portada,
una bella e inquitante imagen de niñas-duendes danzando en corro en medio de
la noche, con gestos que no pueden atisbarse a traves de la oscuridad
azulada – hay una especie de ternura “macabra” en esa imagen que refleja muy
bien la esencia de buena parte del repertorio del disco. De hecho, “Las
Siete Columnas” es todo un ejercicio de minimalismo magico basado en
misteriosos soundscapes de teclado sobre los cuales se deslizan olas de
percusiones y brisas de corales exorcistas. El resultado es patentemente
inquietante, pero no diria que llega a lo aterrorizador. “Presencias”, una
calida pieza de guitarra acustica, brinda un momento de serenidad y
apaciguamiento, para que luego “Oniromante” nos devuelva el aura inquietante
precedente, esta vez aumentada. En lo estructural, “Oniromante” es menos
absorbente que la pieza de entrada, pero hay algo en los bien armados
canticos de Margarita Botello, los soundscapes de teclado, guitarra y
flauta, y tambien esos efluvios percusivos, que apelan a imagenes del limbo:
en todo caso, el hermoso motivo de guitarra acustica y vihuela que ocupa el
ultimo minuto y medio trae una calma decisiva.
Con ‘Espejismo’ encontramos el primer brote frontal de inquietud tanatica,
no al modo de una erupcion destructiva, sino mas bien como un viaje hacia el
ambito de los muertos: mas parece un descenso hacia las cuevas de las almas
en pena que un espejismo literalmente hablando, con esas confluencias de
sonidos disonantes y percusiones aleatorias que van desembocando
continuamente en una niebla densa y meta-terrenal. En los 2 minutos finales,
lo siniestro baja un poco el tono. ‘El Triangulo’ si se manda con todo,
aludiendo a ambientes chillones sin caer en lo propiamente chillon – la
inquietud mas perturbadora es aquella aludida, no mostrada. ‘Ojo de Venado’
apunta hacia las cadencias del folklore de los desiertos mexicanos, con
graciosos arreglos percusivos y bases melodicas suaves y sutiles: las
texturas de guitarra electrica ayudan a darle una intensidad especial al
asunto. La suite ‘Las Cuatro Imagenes’, que dura casi 25 minutos, ofrece una
suerte de compendio de la linea de trabajo mas notablemente eterea que se ha
venido plasmando hasta ahora. La seccion ‘Dia Interno’ porta una aureola
grisacea, casi innombrable, mientras que ‘Mirandome Mirarme’ expone un
frenesi hipnotico sobre una cadencia ritmica y coral exotica. ‘Una Larga
Agonia’, por su parte, me suena a una especie de crepusculo que hace
desaparecer la luz de manera lenta y sostenida, casi como callando... o al
menos, eso parece hasta los ultimos 30 segundos, que es cuando emerge un
alucinante crescendo fantasmal. En fin, ‘El Enyerbao’ cierra el disco con
una nueva manifestacion experimental, esta vez mas tirada hacia la musique
concrete y el krautrock tribal, expuesta sobre un enfatico ritmo del
desierto mexicano.
“Al Filo” es, en fin, un gran disco, pero que solo se puede recomendar, en
principio, a aquellos amantes del RIO, la experimentacion vanguardista
minimalista, y los sonidos de raigambre tenebrosa elaborados con suma fineza
artistica.
Cesar Mendoza
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