Temas
- Sei Shonagon (18:42)
- Gion Shoja (13:25)
- Soul Soran (3:04)
Integrantes
- Yoko Sumiya: pianos acústico y eléctrico, órgano, sintetizadores Yamaha CS-60
y Mini-Moog, canto
- Jimmy Shironaga: bajo, guitarra acústica, canto
- Shin Okabe: batería, congas, bongós, bloques de madera, otras percusiones,
controlador Moog-Drum, canto
Tenemos aquí una estupenda rareza del jazz-prog japonés de los 70s: un
power-trío llamado Jimmy, Yoko & Shin cuyo único disco "Sei Shonagon", editado
de forma independiente, no ha sido hasta ahora editado en formato digital, pero
que se puede encontrar en algunos blogs de downloads a partir de su formato de
vinilo. Y realmente vale la pena para un ávido coleccionista de música
progresiva y experimental aprovechar la oportunidad de bajarse esta joya
perdida y apreciarla como lo que es, una demostración de ingenio y talento bajo
un talante elegante y extravagante. El núcleo sónico de Jimmy, Yoko & Shin
tiene tanto influencias del Canterbury (Soft Machine, Gilgamesh) como de la
línea fusionesca estadounidense (Return To Forever), más algunos trucos de
corte space-rockero plasmados en varias intervenciones de sintetizadores y
claros ribetes de tipo Zeuhl (muy Magmiano, la verdad, y de forma colateral,
también afín al primer Zao y a los corsos de Rialzu) en las partes cantadas,
corales magníficas que oscilan entre el aparato profano y la ostentación
burlona. Hablando de las partes cantadas, ellas consisten en extractos de la
antigua literatura japonesa en el caso de los dos primeros temas del álbum,
mientras que el tercero se basa en una danza tradicional. En sus inicios, este
trío tuvo buenos augurios cuando ganó el primer Jazz Grand Prix, un concurso de
jazz moderno que regularmente se organiza en su país.
Durando 18 BE minutos, la pieza homónima ocupa todo el lado A del disco.
Alternando posicionamientos en el rol central de la instrumentación durante el
paraje de los primeros 6 minutos, el piano, el sintetizador y el órgano
elaboran florituras y exploran matices que permiten al bloque sonoro expandirse
con pulcra solvencia sobre la base aportada por la dupla rítmica. Cuando surgen
las secciones cantadas en una fluida alternancia con reformulaciones de los ya
asentados motivos instrumentales, la pieza adquiere un renovado candor. A
partir del 13er minuto, la ambientación de la pieza se torna un poco más
fastuosa, al menos por un rato, hasta que un nuevo viraje lleva a una secuencia
que va desde un onírico solo de Mini-Moog a un pasaje de free-jazz plenamente
caótico, y de allí hasta el reprise final de un motivo de órgano que había
formado parte de la primera sección. Un estupendo viaje musical ha sido el que
nos ha brindado esta pieza homónima, como también lo es que nos brinda "Gion
Shoja". Durando casi 13 BD minutos, "Gion Shoja" exhibe un desarrollo más
focalizado de la diversidad temática en curso, incluso dando prioridad a
atmósferas evocativas y misteriosas, y de hecho, las intervenciones del bajista
a la guitarra acústica (que oscilan entre el folk japonés y el barroco) ayudan
a enfatizar lo lírico en ciertos momentos estratégicos. Con todo, es lo más
justo advertir que el trío para nada renuncia al aura de juguetona
extravagancia que tan bien se le da al trío: de hecho, el jam que se arma cerca
de la barrera del cuarto minuto suena a un híbrido de Egg y Soft Machine. Tal
como dijimos antes, el esquema de trabajo empleado para esta ocasión genera un
sentido de cohesión mejor logrado, incluso si en algún momento surge un
interludio intensamente caótico. Los últimos minutos de "Gion Shoja" sirven
para que el grupo explore su faceta más sutil, algo oportuno para anticipar el
contraste con el dinamismo frontal de "Soul Sogan", la pieza que ocupa los
últimos 3 minutos del disco. Se trata de un arreglo fusionesco de una danza
tradicional, muy en la onda de Return To Forever pero con su inquietante matiz
avant-garde que debe tanto al Zeuhl: el rol protagónico de la batería y las
percusiones ayuda a sostener el espíritu inquieto plasmado en las voces y el
piano. Un espléndido final para un disco que supondrá una grata sorpresa para
los coleccionistas internautas: vale la pena estar pendiente de los nombres de
Jimmy-Yoko-Shin y de su disco "Sei Shonagon".
César Mendoza
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