Temas
- Kissing Willie
- The Rattlesnake Trail
- Ears of Tin
- Undressed to Kill
- Rock Island
- Heavy Water
- Another Christmas Song
- The Whaler’s Dues
- Big Riff and Mando
- Strange Avenues
Integrantes
- Ian Anderson: voz, flauta, guitarra acustica, mandolina, teclados
adicionales, bateria en 2 y 7
- Martin Barre: guitarras electricas
- Dave Pegg: bajo electrico y acustico, mandolina
- Doane Perry: bateria
Colaboradores – Martin Allcock (teclados), Peter-John Vetesse (teclados)
Siguiendo por la senda estilistica del inmediato predecesor “Crest of a
Knave”, “Rock Island” mantiene al grupo en un correcto nivel de creatividad
y un aceptable nivel de energia, pero lo cierto es que, en lineas generales,
el repertorio no resulta tan fresco en comparacion. Aunque claro, la
excepcion a esta regla viene en el marchoso tema de entrada: ‘Kissing
Willie’ (con una letra agresivamente centrada en la prostitucion barata en
los mercados de los suburbios londinenses) es la contrapartida al ‘Steel
Monkey’ del “Crest”, pero en esta ocasion, con menos manierismos
electronicos, y la inclusion precisa de la flauta y mandolina en perfecta
conjuncion con los fraseos y punteos de Barre. Otros temas marchosos como
son los nos. 2, 4 y 6 reciben de manera acentuada la influencia de Dire
Straits y el hard rock ochentero average que ya habia tenido presencia en
“Crest” – resultan entretenidos en el mejor de los casos, pero EMHO, nada
especial en verdad. Mas interesante me parece ‘Ears of Tin’, donde se
combina la nueva orientacion del grupo con las viejas sazones de las epocas
del “Heavy Horses” y el “Stormwatch”. Y mas interesante aun me resulta la
pieza homonima, cuya vibracion melancolicamente introspectiva (su letra
retrata de manera frontal la soledad del yo interior frente a los vaivenes
de la vida) la convierte en el pico mas alto de la primera mitad del disco.
Una vez mas, los aromas del lado mas reflexivo del “Heavy Horses” y el
“Stormwatch” se hacen sentir, esta vez con una mayor dosis de intensidad –
en lo personal, me parece una pena que esta cancion no aparezca mas
recurrentemente en los setlists de las ultimas giras de JT, aunque en
perspectiva, no nos debe sorprender que ‘Farm on the Freeway’ o ‘Budapest’
opaquen a buena parte del repertorio post-1982.
EMHO, la mejor secuencia de este repertorio esta formada por la cadena de
los cuatro ultimos temas. ‘Another Christmas Song’ nos muestra el lado
vulnerablemente humanista de Anderson: lejos del cinismo y solapado
anticlericalismo de ‘A Christmas Song’, en esta ocasion, 20 años despues, el
mensaje asume un alegato directo a favor del cultivo de la solidaridad y la
conexion emocional. Mas grave es la ponencia anti-globalizacion vertida en
la letra de ‘The Whaler’s Dues’ – a la sazon, el tema mas sobresaliente del
disco –. El drama de la paulatina desaparicion de la pesca ballenera
tradicional por culpa de las exigencias politicas inherentes a las leyes del
comercio internacional a gran escala encuentra un esquema adecuado en la
partitura solemne y sombria de la melodia y arreglos derivados de esta
cancion. El camino hacia el fade-out contiene un poderosamente vibrante
climax, promovido por el uso del compas de 4/4 de parte de Perry mientras
que los demas musicos prosiguen con el recurrente 6/8 – un truco sencillo
pero efectivo. ‘Big Riff and Mando’ es mas humoristico (a pesar de basarse
en el lamentable episodio del robo de la mandolina de Barre en manos de un
fan inescrupuloso), conjugando el hard rock y el folk de una forma muy
natural. Por ultimo, ‘Strange Avenues’ es una pieza casi totalmente
instrumental, donde la banda aprovecha para retomar algunos motivos breves
de ‘Rock Island’ y ‘Big Riff’, hasta llegar a la breve parte cantada – la
alusion a un mendigo que “parece salido de la portada de un disco de 1971”
es sintomatica de que Anderson siempre se hace de un espacio para observar e
inspirarse en los marginales.
Bueno, ?que tenemos en “Rock Island”, a fin de cuentas? Un disco bueno con
varios momentos muy buenos, y dos excelentes como son la pieza homonima y
‘Whaler’s Dues’. Concebido bajo la sombra de la herencia del disco
anteriormente predecesor, no llega a igualar su nivel de importancia dentro
de la historia tulliana, pero, con todo, puede ser recomendable para
disfrutarlo sin exageradas expectativas.
Cesar Mendoza
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