Temas
- Polyhedron (8:54)
- Jesse Harding (6:08)
- Suomi (5:53)
- Boston Streamer (9:25)
- Antioquía (8:09)
- Synaesthesia (4:04)
Integrantes
- Ander: guitarras
- Pablo: guitarras
- Hugo: bajo
- Isra: batería
Surgido en el distrito de Moratalaz allá por 2006, el grupo español Jardín De
la Croix constituye una referencia interesante e importante para la vertiente
progresiva de math-rock que se desarrolla fuera de las escenas musicales
angloparlantes: en efecto, el material de su disco debut "Pomeroy" revela
frontalmente el deseo compartido de Ander, Pablo, Hugo e Isra por generar
ambientes sofisticados, esquemas rítmicos complejos y vibraciones contundentes
dentro de un lenguaje rockero artístico. La banda está patentemente interesada
en desarrollar una sonoridad potente, rebosante de electrizante muscularidad,
pero cabe añadir además que la realización de esta misión musical está marcada
por el refinamiento; la interacción entre los cuatro músicos es pulcra y
perfectamente calculada, revelando así que el grupo sabe interactuar con
precisión milimétrica en medio del fragor apasionado vertido en los riffs y
desarrollos rítmicos en curso.
Los primeros casi 9 minutos del disco están ocupados por 'Polyhedron'. Abriendo
con un breve prólogo cósmico, la pieza instala pronto un primer cuerpo central
en clave crimsoniano-doncaballeriana, afín en parte a sus compatriotas de
Psicotropia, pero más coincidente con las líneas de trabajo exploradas por
grupos chilenos como Exsimio y Flotante, o los franceses de 4/3 De Trio. Las
cosas se intensifican un poco más desde poco antes del tercer minuto y medio,
pero teniendo en cuenta el carácter resolutamente inquieto de la banda, no es
de extrañar que la pieza vire, tarde o temprano, hacia atmósferas un poco más
calmadas, las mismas que desarrollan un aura contemplativa antes del sorpresivo
reprise del primer motivo que marca el fin de la pieza. Tras esta impactante
entrada sigue 'Jesse Harding', tema que predominantemente explora la faceta más
cadenciosa de la banda, aunque también encontramos algún exaltado pasaje
climático en el medio. Es allí donde la pieza gira hacia un motivo en clave de
bossa nova, el mismo que opera como un puente hacia una sección final repleta
de polenta rockera. 'Suomi' tiene muchos aires a cruza entre Don Caballero y
Primus; la puta rítmica es frenética y exigente, todo un desafío abierto para
la dupla rítmica. A eso de los 3'40", el asunto se transforma en clave death
metal técnico, muy en onda con Behold The Archtopus y Canvas Solaris; la
inclusión de rasgueos de guitarras acústicas resulta un simpático detalle a la
hora de darle un matiz inusual a las atmósferas pulsátiles de la coda mientras
se va preparando el fade-out. Esta pieza supone, a mis oídos, un punto
culminante del disco. 'Boston Streamer' es el tema más extenso del disco: dura
poco menos de 9 BD minutos. La primera ambientación que se desarrolla es una
de mesura y contención, cósmica y minimalista en sintonía con el post-rock en
su lado más intenso. Una segunda ambientación se perfila más tarde hacia
cadencias más explícitamente intensas, al modo de un math-rock crimsonizado: al
igual que en el caso anterior, el ensamble se solaza en explorar la idea
consistentemente a fin afianzar su impacto en el desarrollo musical de la pieza
como un todo, haciendo que la arquitectura misma sea la protagonista de esta
experiencia estética particular. Nervio y precisión, dos cualidades que se
resaltan tremendamente bien en estos viajes instrumentales que acomete jardín
De La Croix. 'Antioquía' es otro tema con preludio cósmico, esta vez un poco
más largo que en el tema de apertura 'Polyhedron'. Una vez instalado el cuerpo
central, la banda desarrolla su propia revisión progresiva de sonoridades
típicas de la psicodelia heavy, el estereotipo del math-rock y del prog metal.
Con la explosividad tan contundente que Jardín De La Croix invierte en tamaño
viaje sónico, el diagnóstico solo puede ser este: otro punto culminante del
disco. Los últimos cuatro minutos del disco están ocupados por el ágil tema
'Synaesthesia', el cual destila vivacidad grácil y buena onda: rock progresivo
cañero y travieso con una coda fabulosa.
Ya va siendo hora de ir apreciando a este grupo, más aún cuando anuncia la
pronta producción del que será su segundo trabajo fonográfico. Mientras tanto,
tenemos en este disco de hace dos años una muestra valiosa e inapelable del
talento y la energía que Jardín De La Croix puede aportar y efectivamente
aporta a la escena progresiva española.
César Mendoza
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