Temas
- Cuevas de Altamira
- Romance del Conde Lara
- La Virulencia del Ferrocarril
- Las Chicas de Laredo
- A lo Alto y a lo Bajo
- Pastor
- La Baila de Ibio
Integrantes
- Ito Luna: batería
- Dioni Sobrado Fernández: guitarras eléctrica y acústica
- Lily Alegría: bajo y voz
- Mario Gómez Calderón: pianos, sintetizadores, clavinet, mellotron
Ibio fue la banda progresiva más importante de la región cantábrica durante
los 70s. El título de su único disco remite a uno de los vestigios
prehistóricos más famosos del mundo, y justamente se halla en Cantabria. La
música de Ibio ensalza los colores propios de su folklore tradicional,
traduciéndolos entusiastamente al lenguaje del rock sinfónico, empleando
para ello bastante oficio y elegancia. De hecho, lo que más me impresiona
del sonido gestado por el ensamble está en la fluidez de la confluencia
entre la vivacidad peculiar del folklore norteño de la Península Ibérica y
la faceta más sombría del sinfonismo progresivo (en varios aspectos, más
semejante a la vertiente italiana de Corte dei Miracoli y Apoteosi o la de
sus paisanos de Granada que a los clásicos de origen británico). El rol
principal de este sonido lo lleva Mario Gómez, con sus capas y armonías de
sintetizadores y mellotron. Parece como si Ibio nos invitara a pasear por
los recovecos de una cueva, que no inspira miedo, sino que guarda misterios
que aguardan cándidos a ser descubiertos: la candidez es fielmente
transmitida por los intercambios entre la guitarra y el sintetizador en los
solos, mientras que la sección rítmica sostiene al conjunto con notable
precisión.
El tema homónimo de apertura puede resultar un poco engañador, dado que su
ambiente abiertamente melancólico no indica exactamente el tenor recurrente
de lo que seguirá después – su tempo lánguido sirve más propiamente como una
introducción reflexiva y delicada. A partir de ‘Romance del Conde Lara’ es
que nos encaramos con las pautas estilísticas descritas en el párrafo
anterior, las mismas que hallan muchos de sus momentos más brillantes en
piezas tan vibrantes como ‘La Virulencia del Ferrocarril’ - atención a los
explosivos fraseos de guitarra - y ‘Pastor’, dos de mis piezas absolutamente
favoritas del disco. El tema de cierre, ‘La Baila de Ibio’, es otro favorito
especial: su motif es en verdad bastante sencillo, pero resulta desarrollado
con gran inventiva por el grupo en una mezcla de exaltación folklórica y
densidad psicodélica (en cierta manera me recuerda al grupo catalán Fusioon
en sus momentos más lúdicos). ‘Las Chicas de Laredo’ y ‘A lo Alto y a lo
Bajo’ no me impresionan tanto en lo personal, pero es justo señalar que
también son bastante exultantes, fieles al espíritu de la región en una
celebración progresiva. En fin, “Cuevas de Altamira” es una joya progresiva
escondida, lista para ser apreciada debidamente por los coleccionistas del
género.
César Mendoza
[Dedico esta reseña a la gente de Ibio, que está de retorno al ruedo para el
nuevo milenio]
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