Temas
- Intro
- Roller Coaster
- Fotografía
- A.L.G.D.G.A.D.U
- El Despertar del Dragón
- Hermoso Amanecer
- Aprendiz
- Viajero del Tiempo
- La Princesa de Eskurtu
- Outro
Ricardo Rodríguez: guitarras, bajo, teclados, programación de ritmos,
efectos
Colaborador – Edgar Lévano Rossi (quijada de burro en 7)
Ricardo Rodríguez en un peruano radicado en Plantation, Florida, cuyas
inquietudes musicales no se desvanecieron al cambiar de residencia, hace ya
muchos años, para seguir adelante con sus planes profesionales. Después de
su periplo en su país natal con el power-trío Octavo Nervio, tenemos a The
Great Labyrinth Project, su propio vehículo de expresión unipersonal. Al
igual que el antes mencionado Octavo Nervio, TGLB también es un ítem
netamente instrumental. Guitarrista ante todo, Rodríguez ha tenido que
recurrir a sus conocimientos adicionales de bajo, teclado y programación de
base rítmica (además de el empleo de sonidos digitales en una guitarra midi)
para sacar adelante, poco a poco, el material que ahora conforma “Desde el
Centro del Laberinto”, su primer trabajo fonográfico editado de forma
independiente. Desde la red se puede escuchar su música en los enlaces
www.myspace.com/thegreatlabyrinthproject y en
http://www.musicazo.com/gruposlist/gruposlist.php (sección rock progresivo).
El estilo plasmado en este proyecto se basa en una muestra enérgica y
colorida de rock sinfónico con eminentes tintes de rock duro y la psicodelia
tipo space-rock, e incluso algunos coqueteos con el jazz-rock moderno, que
no por ser tan recurrentes dejan de hacerse notar. Los referentes
principales en las composiciones son Rush, el sinfonismo estandarizado de
raigambre yessera, las atmósferas envolventes del Pink Floyd de la era
73-75, las oleadas oníricas y exóticas de Ozric Tentacles en sus faceta más
pesada, y el efectismo estilizado de un Satriani.
Con ‘Intro’ tenemos una atractiva alternancia de cortinas cósmicas con
pasajes fuertes, casi prog-metal, en siete octavos: esta alternancia
funciona como manifestación de algo que está a punto de irrumpir. Y la
irrupción se cumple, en efecto, con la siguiente pieza, ‘Roller Coaster’,
desde sus riffs de entrada y las efervescentes variantes que se van dando en
el desarrollo. Sin tratarse de una pieza tremendamente compleja, sí logra
transmitir un aura de sofisticación a través de sus sucesivos ambientes, lo
que permite redondear la faena de una composición cohesiva y con gancho.
‘Fotografía’ es más compleja en la resolución de las variantes que se van
sucediendo, pasando de un pasaje introductorio etéreo a un primer motivo
cálido y melancólico, para luego llegar a una sección donde se alternan
cadencias de tendencia blueseada con otros más dinámicos; el arribo a un
breve reprise del primer motivo marca una conclusión eficaz. Más adelante,
‘El Despertar del Dragón’ lleva un paso más allá la polenta rockera que tan
crucial resulta para la visión musical de Rodríguez, con una base rítmica
que se apunta más hacia la esfera del jazz-rock funky a fin de darle un aire
especial a los riffs de guitarra. Entre la foto y el dragón se ubica
‘A.L.G.D.G.A.D.U.’, un tema donde los aires exóticos de inspiración
medio-oriental se plasman con energía y espíritu ceremonioso, como si
asistiéramos a un ritual de talante extrovertido y sobrio a la vez. ‘Hermoso
Amanecer’ porta una sencillez lírica bien llevada, evitando lo empalagoso
gracias al efectivo uso de sonoridades etéreas tanto en los solos de
guitarra como en las orquestaciones de teclado. También lírico pero con una
mayor extroversión en los ambientes y el ritmo, ‘Aprendiz’ (una de las
primeras composiciones que salieron a la luz en la primera etapa de este
proyecto) recoge la faceta más estilizada del repertorio precedente; incluso
creo notar un ligero tenebrismo en la densidad atmosférica que hace
aparición en alguna parte del medio. Los temas 8 y 9 son aquellos donde
quizá se refleja de manera más exitosa la ideología de complejidad
progresiva. ‘Viajero del Tiempo’ expone un buen híbrido de Yes y Rush,
incluyendo pasajes con compases inusuales y dramáticos giros armónicos donde
los contrastes se trabajan de manera fluida. ‘La Princesa de Eskurtu’ no
resulta tan bien integrada como la pieza anterior, pero también despliega
ingenio en su manejo de la ambiciosa lógica de los cambios de ritmo, motivo
y ambiente: hay ciertos momentos específicos donde la belleza de un solo o
una serie de acordes brilla de manera especial. El minuto y medio que ocupa
‘Outro’ es una retoma de la sección rockera de ‘Intro’, un buen cierre para
un disco ingenioso y ameno.
En fin, The Great Labyrinth Project ha logrado con éste, su primer registro,
aportar al mundillo progresivo un catálogo de ideas musicales atractivas y
bien ejecutadas. Me imagino que la ausencia de un percusionista real y el
hecho de que Rodríguez lidie con todo el arsenal impiden que se dé una mayor
fruición en el seno de la instrumentación, pero nada de ello resta un ápice
a los méritos de este material en términos de composición y desarrollo.
Esperemos que este registro tenga acogida en el mercado underground peruano,
y por qué no, consiga algún tipo de difusión oficial en alguno de tantos
sellos especializados en la vanguardia rockera.
César Mendoza
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