Temas
- Ammerland (3:05)
- Gentle Breeze (5:30)
- Dance of the Leaves (2:16)
- Street Dance (2:29)
- Sarabande (2:27)
- Circles of Live (4:04)
- Every Land Tells a Story (13:49)
- Ammernoon (5:05)
Integrantes
- Hans Fröhling / guitarras, bajo, sintetizador, percusión
- Gerhard Führs / sintetizadores, mellotron, piano, percusión
Führs & Fröhling no es sino el sencillo nombre que adoptó el dúo remanente del
trío Schicke, Führs & Fröhling. Aunque esto no es del todo exacto, pues este
disco debut apareció en el mercado cuando al mencionado trío le faltaba un
tercer y último disco por editar y una gira por terminar. El hecho es que se
acercaba el fin para SFF, y el combo compuesto por el guitarrista y el teclista
ya estaba embarcado en un proyecto musical. “Ammerland” tiene un repertorio
compuesto en su amplia mayoría por Fröhling, quien aprovecha el momento para
dar rienda suelta a una multitud de ideas basadas en la guitarra acústica y la
clásica. La estrategia más recurrente a lo largo del disco es la de dejar que
la guitarra arme las armonías básicas y melodías principales, mientras que los
teclados se encargan del resto: completar las melodías, elaborar adornos
precisos y orquestaciones a la medida del ambiente creado en cada momento. A
veces este disco puede sonar a lo que hubiese sido un disco de Anthony Phillips
grabado en Alemania, contando con teclistas de Eloy, Novalis o Wallenstein como
músicos de apoyo: espero que este descarado contrafáctico haya servido como un
indicio descriptivo eficaz para el lector.
El tema homónimo abre el disco con una majestuosidad envolvente: los arpegios
de la guitarra acústica que arman el núcleo de la pieza se desarrollan con un
espíritu trovador, mientras que los teclados elaboran finos ornamentos y
armonías. Son 3 minutos de pura gloria progresiva pastoral en todo su esplendor
bucólico. ‘Gentle Breeze’ despliega un candor melódico muy semejante, pero con
un lirismo tal vez un poco más elaborado en las intervenciones de los
sintetizadores: se incluye, además, un interludio de tenor renacentista
reformulado con tonalidades intermedias entre lo spacey y lo jazz-prog (a lo
Happy the Man). ‘Dance of the Leaves’ se enfila hacia ambientes académicos, muy
a tono con lo que cabe esperar de Anthony Phillips o la faceta bucólica de un
Oldfield o un Hackett; lo mismo vale para el barroco ‘Sarabande’ y el romántico
‘Circles of Live’, los cuales completan una tríada de piezas que combinan la
belleza estilizada del clasicismo intimista y las texturas envolventes de
teclados de Führs, muy propios del sinfonismo de línea germana. ‘Street Dance’
es una breve y simpática aventura en cadencias folklóricas célticas, con una
inconfundible cadencia urbana. ‘Every Land Tells a Story’ es la pieza más larga
del álbum con sus cerca de 14 minutos de duración: antes de ser parte del
repertorio del presente dúo, fue ejecutada en concierto por el trío de Schicke,
Führs & Fröhling durante su última gira, lo cual nos hace sospechar que ‘Every
Land…’ aporta una línea de trabajo que hubiera sido desarrollada por el “trío
matriz” de no haberse disuelto en su momento. El tema abre con un motivo basado
en la guitarra de 12 cuerdas, bastante pastoral en su raíz, aunque siempre
podemos contar con los teclados de Führs para darle su ambiente de tipo
cósmico-sinfónico y transportar la relajación espiritual hacia un estado de
contemplación. Un segundo motivo es más juguetón, no muy lejano a sonoridades
usuales en el tercer disco de SFF. También notamos una cercanía con el
sinfonismo sintetizado que por aquel entonces focalizaba la atención de Franke
y Froese en Tangerine Dream. Poco antes del minuto 7 emerge un pasaje de piano
bastante candoroso, con una aureola melancólica provista por los efectivos
vacíos que se dan entre las notas. Con la adición de texturas de sintetizador y
punteos controlados de guitarra se prepara el camino hacia un pasaje fastuoso
ligeramente emparentado con el lado melódico del Vangelis de fines de los 70s.
Esta misma sección es doblada inmediatamente después con un trabajo más
acentuado en lo cósmico (efectos sintetizados de truenos incluidos), hasta
llegar a unas líneas finales muy intimistas. Los últimos cinco minutos del
disco están ocupados por ‘Ammernoon’, una pieza de clara tendencia Tangerine
Dream-con-Cluster: el trasfondo de la misteriosa (aunque no siniestramente
perturbadora) arquitectura sónica incluye susurros, murmullos y otros recursos
vocales. La amalgama de cortinas de mellotron y líneas de Moog son hermosas a
través de su misterio.
En suma, “Ammerland” captura de manera inspirada la creatividad conjunta de
Führs y Fröhling, afirmándolos como dos de los músicos y compositores más
notables dentro de la tradición progresiva alemana. Todavía les quedaban cosas
interesantes que decir tras la conclusión del proyecto que compartían con
Eduard Schicke.
César Mendoza
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