Temas
- Open Up the Fog Lines
- In a Different Hour
- One Inch of the Fall
- Blogee’s Lament
- Unsinkable You
- State of the Art
- Early Sun
- Golden Pretzel
Integrantes
- Christopher Buzby: teclados, coros
- John Buzby: batería, coros
- Chris Eike: bajo
- Laura Martin: voz, coros
- Scott McGill: guitarras
Finneus Gauge fue un proyecto efímero que el teclista Christopher Buzby fundó
junto a su hermano baterista John durante el hiato que tuvo lugar tras la
momentánea disolución de Echolyn. El disco que paso a reseñar ahora, “One Inch
of the Fall”, es el segundo y último de esta banda, la cual terminó sus días de
manera un tanto amarga cuando se creó un abismo entre los hermanos Buzby por un
lado y la dupla Eike-McGill por el otro (incluso hubo una carta pública enviada
por Christopher a los fans del grupo en la que era su página web donde acusaba
a estos dos de falta de compromiso real con Finneus Gauge). O sea, que el
título del disco fue totalmente premonitorio. El sonido del grupo no es para
nada sucedáneo de Echolyn, aunque se puede notar afinidades tales como el gusto
por incorporar ambientes ágiles y fusionar el jazz con lo sinfónico, pero hasta
allí llegan las coincidencias. En cuanto a las estrategias compositivas y
arreglos instrumentales, Finneus Gauge practica un progresivo muy peculiar
donde confluyen guitarreos cañeros, manejo cuidadoso de inusuales progresiones
de acordes y disonancias en las capas y armonías de teclado, una dupla rítmica
ocupada en dar una frescura jazz y/o funk al aguerrido sonido global de la
banda: todos estos elementos se conjugan en un esquema que controla la
complejidad latente en el material. El canto de Laura Martin tiene una calidez
muy particular, lo cual hace más interesante su aporte vocal a las ideas
melódicas que tienen lugar. Los puntos de referencia principales en el sonido
de Finneus Gauge son la escena Canterbury, el rock psicodélico estándar, Allan
Holdsworth, Gentle Giant, más unas cuantas onzas del RIO relativamente
accesible de Thinking Plague.
‘Open Up the Fog Lines’ abre el disco con pura fuerza mágica, capturando la
atención del oyente sin paliativos. Esta entrada es llamativa pero también
tramposa, pues cuando pasamos a los tres temas que vienen después (de lo
mejorcito del paquete) nos encontramos con sendas muestras de prog jazzeado
ejecutados con excelente dinamismo y contagiante frescura. Dado que los
espacios dados a los solos están férreamente calculados, lo más fácil de notar
en unas primeras escuchas es la excelente solvencia técnica del baterista a la
hora de manejarse a través de los cambios de ambiente y ritmo. Eso sí, cada vez
que emerge un solo de McGill, a prepararse a abrir la quijada hasta el suelo; y
por supuesto, Christopher Buzby, que tiene aquí un rol menos explícito que en
Echolyn, también hace gala de su pulcritud y técnica cuando tiene que solear.
De estos tres temas que he mencionado, el más impresionante y efectista es sin
duda el instrumental ‘Blogee’s Lament’, que es donde hallamos la mayor dosis
de pirotecnia y la mayor diversidad de motivos en el disco – los solos de
McGill son, como diría Zappa, “humanamente imposibles”. Pero nada de esto es
fútil ni trivial, sino que mantiene un inteligente esquema compositivo.
‘Unsinkable You’ es un ejemplo de cómo mezclar jazz-rock y RIO en un esquema
progresivo que no resulta inescrutable. ‘State of the Art’ tiene una atmósfera
similar a las de los temas 2 y 3, aunque tal vez la faceta melódica está
trabajada con mayor fruición: así se explica que Laura pueda trabajar con sus
matices más suaves durante los pasajes más cálidos de la pieza. ?Qué?, ?otro
solo de McGill? !Pues claro!... breve pero intenso. Y también hay un mágico
solo de sintetizador que me hace recordar a Kit Watkins, creando una suerte de
contrapunto con el intrincado juego de platillos que hace el baterista en ese
momento. ‘Early Sun’ es la canción más relajante e intimista del disco, con
predominio de guitarra acústica en la base. ‘Golden Pretzel’ cierra el
repertorio con un regreso a la faceta más agresiva de la banda. Incluso Laura
pone su voz áspera y asume un tono desafiante en su canto, mientras la
instrumentación apela a sonoridades duras. La idea compositiva es relativamente
sencilla, pero la labor de arreglos le da una complejidad efectiva que a mí me
resulta efectiva como cierre.
Aunque para ser más exactos, éste no es el cierre definitivo. El disco contiene
tres bonus tracks, sendas versiones en vivo de temas de su primer disco. Par
todos los fans del prog jazzeado, y particularmente a todos los amantes de
Echolyn y todo lo relacionado con ellos, digo lo siguiente: no pasen por alto
el “One Inch of the Fall” de Finneus Gauge.
César Mendoza
|