Temas
- On The Backs Of Angels (8:45)
- Build Me Up,Break Me Down (6:59)
- Lost Not Forgotten (10:11)
- This Is The Life (6:57)
- Bridges In The Sky (11:01)
- Outcry (11:24)
- Far From Heaven (3:56)
- Breaking All Illusions (12:25)
- Beneath The Surface (5:26)
Integrantes
- James LaBrie: voz, coros
- John Petrucci: guitarras, coros
- John Myung: bajo
- Jordan Rudess: teclados, Continuum, MorphWiz
- Mike Mangini: batería, percusión
Si el nombre de Dream Theater ha sido sinónimo indiscutible de paradigma del
prog-metal desde la inolvidable (y para no pocos, todavía insuperable) dupla de
álbumes "Images & Words" y "Awake", desde el año pasado también ha sido
sinónimo de telenovela desde la tensa situación que se originó con la partida
de Mike Portnoy (previo rechazo de su iniciativa de poner a la banda de
vacaciones y tras un fallido intento posterior de regreso), sin obviar un
litigio sobre los réditos económicos de la utilización del mismo nombre del
grupo. En fin, el grupo ha sabido seguir adelante con un nuevo enfoque
compositivo que implicó dejar más campo abierto a lo melódico a partir de una
interacción más fluida entre Petrucci y Rudess, una mayor iniciativa de este
último, y la retoma de aportes importantes de parte de LaBrie y Myung. Por su
parte, el nuevo baterista Mike Mangini ha sabido hacer gala de su técnica,
fuerza y veteranía para cumplir con su rol de "nuevo Portnoy" que el grupo
tenía en mente para sus primeros pasos en esta nueva fase de su carrera. Parece
un rol muy encorsetado, y puede serlo en muchos sentidos, pero también es
verdad que la leyenda de Portnoy no está construida con aire y quimeras, sino
con una realidad de años y años de versatilidad que lo convierten en toda una
figura infinitamente influyente para la maduración del prog-metal desde la
década de los 90s, un mérito que no le podrán negar aquellos que con razón
odian sus tendencias al divismo y al egocentrismo. La simple tarea de anularlo
exige pericia y esa intuición que solo da la veteranía, y Mangini era el
designado por el Dios Destino para realizar este trabajo. Además, desde la
logística creativa diseñada para la composición y los arreglos del nuevo
material, tenía sentido que se buscara una permanencia idealista de Portnoy. En
efecto, Dream Theater decidió dar un paso decisivo y necesario tras el proceso
de aburguesamiento que se hizo notar en "Systematic Chaos" y "Black Clouds &
Silver Linings", así como en el legado unilateral de "Train Of Thought":
retomar los mejores frutos de su propia herencia sinfónica desde la etapa Moore
y los inicios de la etapa Rudess para revitalizar su sensibilidad musical y
enfocar con una nueva perspectiva los matices metálicos que se habían afianzado
en los dos discos precedentes. Esta estrategia era una de las que más se
discutían en los foros de fans donde no faltaban quejas sobre la crisis
creativa de los últimos discos y la innecesaria pero constante sobreabundancia
de Portnoy dentro de la línea de trabajo de la banda. Pues bien: la respuesta a
todas estas inquietudes, hipótesis, expectativas está cabalmente reflejada en
"A Dramatic Turn Of Events", disco que parece condenado a ser el más comentado
ítem de prog-metal del año. (Algo así como lo eran por varios años los discos
de Marillion con Hogarth dentro del gueto del neo-prog, ?no?) Repasemos el
disco, tema por tema.
"On The Backs Of Angels", el primer tema que se dio a conocer del disco,
inaugura esta nueva fase musical de la banda con carácter y fortaleza. El
motivo introductorio es un guiño al clásico preludio perpetuo de "Pull Me
Under" con ciertos aires añadidos a lo "A Change Of Seasons". El cuerpo central
se revela como un matrimonio bien compaginado entre la herencia de la etapa
92-95 y la pesadez más aparatosa propia de los dos últimos trabajos de estudio.
Es como recuperar una vieja ilusión mientras se echa un último vistazo a los
paisajes que llenaron los últimos cinco años de trayecto a la hora de cerrar la
puerta. Pero la puerta no se cierra del todo, tal como revela "Build Me Up,
Break Me Down", pieza que no hubiera estado fuera de lugar en "Systematic
Chaos" o en medio de "Panic Attack" y "Never Enough" (del "Octavarium")=85
aunque menos mal que no es de la línea de Muse, sino más bien una canción
metalera melódica con afinidades industriales sobre un compás de medio-tiempo
pomposamente arreglado para dar la impresión de mayor polenta. Engarzado con la
conclusión sinfónica de este tema, "Lost Not Forgotten" empieza a brindar los
primeros momentos de grandeza mayestática del álbum. Comenzando con una
secuencia de piano a lo Gershwin, el tema pronto estalla en una serie de
modismos que podemos reconocer desde los tiempos de "Images & Words" y
"Scenes", con herramientas y recursos que plasman alusiones a las estructuras
de "Under a Glass Moon", "Metropolis Part 1", "Strange Déjá Vu" y "The Dance Of
Eternity". !Cómo se nota que los cuatro restantes de DT principalmente querían
a un facsímil del turbulento Portnoy! !Y también cómo se nota que el grupo
logró entender que necesitaba reciclar lo mejor de su legado con Moore y
reorientar la potencialidad creativa de Rudess para recuperar el brillo
progresivo que se había manifestado por última vez en "Six Degrees Of Inner
Turbulence" y tres cuartos de "Octavarium"! "Bridges In The Sky" tiene una
introducción que comienza con una secuencia tribal que incluye el sampleo de un
canto ritual, seguida de otro sampleo de una ceremoniosa coral gótica,
permitiendo así que el poderosos cuerpo central se instale como emergiendo de
una misteriosa niebla. Esta pieza exorciza dinámicamente los fantasmas del
"Train Of Thought" y del "Systematic Chaos" con un inteligente manejo del
gancho marchoso propio de la pieza; también podemos señalar que ciertos pasajes
de teclado en el interludio nos remiten al "Scenes From A Memory", pero es
verdad que a pesar de que se hacen presentes de una forma llamativa, son los
guitarreos y los aportes de la batería los que guían la dirección compositiva
de la pieza. La breve coda reitera el ambiente tribal del inicio. "Outcry", por
su parte, refleja un manejo más sofisticado del elementos metalero, jugándosela
por un compás más contenido y la inclusión de atmósferas digitales en medio de
una fastuosidad refinadamente desarrollada. Esta pieza guarda una fidelidad más
grande a los esquemas sonoros de los tres últimos discos, pero su sentimiento
nostálgico parcialmente patente nos remite a los terrenos más sofisticados que
se explayaron en el primer volumen del "Six Degrees" ("Blind Faith",
"Misunderstood"). Rudess se manifiesta a sus anchas en la sección intermedia,
la cual se puede describir como un híbrido entre una recapitulación ralentizada
de los alucinados aspavientos rococó del legendario "Metropolis Part 1" y los
recovecos instrumentales de "Blind Faith" y la sección final de "The Great
Debate". En resumen, "Outcry" es otra muestra fabulosa de la aureola de
frescura y nuevo esplendor que la banda ha venido proclamando desde los tiempos
de post-producción de este álbum.
El primer momento de pleno relax emocional llega con "This Is The Life", una
power-ballad de pronunciado cariz sinfónico, portando una sensibilidad serena y
un refinamiento melódico que la hace afín a varios temas a medio tiempo de
Enchant y Vanden Plas. La alternancia de 6/4 y 5/4 en el esquema rítmico de la
pieza ayuda bastante a sustentar una calidez reflexiva consistente, la cual no
se rompe cuando entran a tallar los riffs de guitarra eléctrica en ciertas
ocasiones calculadas. El segundo momento relajante está encarnado en la balada
"Far From Heaven", pieza sostenida sobre el piano y en el que LaBrie recapitula
los matices introspectivos de su voz con el grisáceo dramatismo de "Vacant" y
algunos momentos mayestáticos a lo "Wait For Sleep". Es curioso que tengamos
que sacar a colación a esta última canción en esta descripción, pues apenas
apagado el eco de la última nota de piano de "Far From Heaven" emerge la
canción que muchos han denominado como el segundo "Learning To Live": "Breaking
All Illusions". Pues bien, dicha denominación es totalmente justa, pues varias
modalidades de ilación entre motivos y bastantes ornamentos de bajo y teclado
replican buena parte del espíritu de aquella canción que cerraba "Images &
Words" con absoluto esplendor. Eso sí, esta labor de recapitulación se hace eco
de varios de los estándares de estilización prog-metalera que el grupo había
conquistado imponentemente en los momentos mejor logrados de "Scenes" y
"Octavarium": este eco se traduce en mayores dosis de muscularidad en varios de
los pasajes más potentes y un swing más pronunciado en la labor general de
Mangini, y justamente en este aspecto, se puede decir que esta canción es donde
Mangini se suelta más y no suena tan "flagrantemente Portnoyense". Por su
parte, Petrucci se luce en un solo Lifeson-Gilmouriano y Rudess hace gala de
sus modismos Wakemanianos en más de una ocasión, y en general, el quinteto
explota este tema divinamente hasta su magnífico cierre sinfónico,
convirtiéndolo así en otro cénit junto con "Lost Not Forgotten" y "Outcry". Los
últimos 5 1/2 minutos del álbum están ocupados por "Beneath The Surface",
tercer y último momento de relax emocional del disco: puesto que el final de
"Breaking All Illusions" es tajante pero no realmente climático, resulta
oportuno que esta balada con base de guitarra acústica cierre el álbum,
aportando un lirismo tranquilo e intimista en una suerte de mezcla de Styx (a
lo Tommy Shaw) con The Moody Blues (etapa del "Long Distance Voyager"). De
hecho, el solo de sintetizador que aporta en el intermedio Rudess tiene un aire
a lo Moraz bastante efectivo como contraparte de la explícita dulzura cándida
que atraviesa a la intención compositiva de Petrucci.
Finalmente, nuestro balance general sobre este álbum es positivo en tanto que
resulta tremendamente funcional a la instalación de los presentes vientos de
renovación dentro de mundo de Dream Theater, así como a la proyección hacia
prospectos de reactivada creatividad en próximos trabajos fonográficos. Para
decirlo sin rodeos retóricos, "A Dramatic Turn Of Events" cumple solventemente
con la doble misión de Dream Theater que hemos mencionado en el primer párrafo
de esta reseña: a) recuperar buena parte de la magia progresiva de la mejor
cosecha durante la etapa Moore y los primeros discos de la etapa Rudess; b)
poner en perspectiva la orientación sonora desarrollada en "Train Of Thought" y
los dos discos anteriores. Así pues, Dream Theater rinde su declaración jurada
de que ha exorcizado sus más recientes fantasmas y debe estar preparado para
nuevos retos creativos si procede el asentamiento del nuevo baterista Mike
Mangini, un veterano con derecho propio.
César Mendoza
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