Temas
- Santiago
- Leda
- Conn
- CT 6
- Brilla
Integrantes
- Fiorenzo M. Buonasone: pianos, sintetizador, violonchelo
- Marco Di Castri: guitarras, saxo tenor
- Furio Di Castri: bajo
- Enrico Grosso: batería, percusión
Colaborador – René Mantenga (percusiones africanas)
Formada en Turín, Dédalo es una longeva banda italiana con una trayectoria
intermitente y no muy prolífica, pero en verdad muy interesante. Muy metida
en esto de la música experimental, la banda apuesta por una propuesta basada
en la confluencia de elementos vanguardistas del jazz fusión, la academia y
el rock. Su disco debut data de los primeros 70s, y podemos aproximarnos a
una comprensión de la línea artística de su repertorio definiéndola como una
alternativa itálica al Soft Machine post-Robert Wyatt. Ahora bien, este
símil relativo al sonido grupal debe ser matizado con una alusión al fuerte
carácter que Marco Di Castri imprime a su guitarra, el cual nos puede hacer
recordar a John McLaughlin; dado que también es saxofonista, debemos
remitirnos una vez más a Elton Dean, pues su gusto por el juego entrecortado
con no muchas notas y líneas básicas bien definidas obviamente bebe de esta
influencia. Por su parte, el teclista Buonasone exhibe las virtudes de su
formación clásica con la adición de algunos elementos avant-garde en su
manera de operar con los pianos de cola y eléctrico, así como el empleo del
violonchelo en ciertos pasajes en los cuales se crea un flujo sonoro
envolvente con dicho instrumento. Pero siempre volvemos a lo mismo, el
sonido grupal y la esencia nuclear de las composiciones tienen al Soft
Machine de los discos 4to., 5to. y 6to. como el principal referente.
Todo esto que acabo de señalar respecto a las pautas estilísticas del grupo
se concentran de una manera ostensiva en la excelente y vibrante pieza de
apertura ‘Santiago’. El fulgor neurótico y medio desarticulado del solo de
violonchelo que se extiende entre los minutos 4 y 8 hubiera caído como
anillo al dedo dentro de un disco de krautrock o de la sección de estudio
del “Ummagumma” de Pink Floyd – una tormenta deconstructiva que irrumpe en
medio de la exaltación jazzera del motif inicial para crear un caos
elegantemente “encauzado”. El disco continúa con dos piezas más breves. La
primera es ‘Leda’, la cual crea un ambiente crepuscular y medianamente
tenue, con una fuerte presencia del piano eléctrico en la base, la cual
queda cimentada con precisión por la sección rítmica. La segunda es ‘Conn’
comienza exhibiendo una aureola de tensión en su introducción, basada en un
juego medio de sonidos aleatorios de percusiones y sintetizador; el cuerpo
central deriva hacia un jazz fusión de tono alegre, rodeado de un cierto
misterio (en esto me recuerda a los primeros dos discos de sus compatriotas
de Perigeo). Marco Di Castri se desdobla eficazmente en sus retazos de saxo
y efectos entrecortados de guitarra, más cercanos a la vanguardia
psicodélica que al jazz: estos aportes de guitarra sirven como un bizarro
contrapunto al ambiente creado por el ensamble de los otros instrumentos.
La segunda mitad del disco se inicia con ‘CT 6’, la cual es la pieza más
dogmáticamente jazzera del disco. El grupo realmente le saca el jugo a sus
14 minutos de duración. Marco está realmente impresionante aquí – una vez
más, alternando guitarra y saxo – aunque es justo señalar que la sección
rítmica le da suficiente robustez al tema, al modo de un ancla sobre el cual
los solos de saxo y guitarra y los efluvios de piano eléctrico pueden
soltarse con confianza absoluta. Las intervenciones de Buonasone en sus
breves solos de piano de cola y sintetizador hacen resaltar su pulcritud
técnica académica, aunque lejos está de barroquismos este tipo. Una vez más,
reserva sus mayores dosis de energía para el solo de violonchelo, aunque
esta vez, al estar acompañado del resto de la banda, este solo es menos
cósmico que el de ‘Santiago’, siendo en cambio más afín al swing del
jazz-rock. En fin, ‘Brilla’ persiste en esta misma línea a lo Soft Machine
con la furia propia de quien quiere despedirse dejando una huella. De este
modo se cierra un disco realmente sorprendente. Quien esto escribe no
esperaba encontrar algo tan gratificante en un disco tan vetusto como éste,
de un grupo sobre cuya existencia se enteró el mismo día en que compró un
ejemplar del disco en cuestión. “Dedalus” es un disco enormemente
recomendable para los fans del jazz de vanguardia, y definitivamente Dedalus
debería ser reivindicado como un exponente de puro genio musical ante la
comunidad de melómanos de todo el mundo.
César Mendoza
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