Temas
- El Club de los Incomparables (4:43)
- La Charamusca (4:23)
- Kame Hame Hop (4:28)
- Man Ray Mantra (3:15)
- Maldoror (6:06)
- Zeliscar y Zetulba (3:17)
- La Espuma de los Días (3:08)
- Del Asesinato Considerado Como? (10:33)
- Caramatexi (7:27)
- El Brillo (1:09)
- Contranatura (2:33)
- Espejismo (6:23)
- Alejándose del Lugar (12:06)
- Lluvia Dorada (7:46)
Integrantes
- Jaime Castañeda: batería, percusión, caja de ritmos
- Carlos Robledo: sintetizadores, loops, percusión
- Alejandro Sánchez: violín, bajo, violín zeta
- Walter Schmidt: bajo, loops, percusión, artefactos, voz
- Carlos Alvarado: sintetizador, saxo, clarinete, percusión
Músicos adicionales – Juan Carlos Ruiz (fagot en 1), Kimberly Beltrán (voces en
5)
Decibel es un puntal definitivo en la conservación y reformulación del rock in
opposition en la escena vanguardista mexicana. Aunque su discografía es muy
espaciada, la banda ha mantenido una creatividad e inquietud tremendas, a
juzgar por el material recogido en “Fortuna Virilis”, su segundo disco, editado
en 1998, veinte años después del disco debut “El Poeta del Ruido”. Una edición
posterior contiene cuatro bonus tracks provenientes también de sesiones de
grabación realizadas en los 90s. El quinteto que aparece registrado en los
créditos de este disco queda como la formación definitiva de Decibel. A
diferencia del mencionado disco debut, “Fortuna Virilis” exhibe un uso más
extensivo del explayamiento instrumental y una presencia no tan absorbente de
recursos manipulatorios (efectos de consola, cintas). Esto quiere decir que
Decibel deja de fijarse un poco en Henry Cow (etapa “In Praise of Learning”),
Dedalus y Faust (su faceta más “ingenieril”) para conquistar una voz nueva
dentro de la mentalidad postmoderna propia del RIO. En este sentido, “Fortuna
Virilis” llega a ser la máxima manifestación del valor musical de Decibel.
‘El Club de los Incomparables’ establece un entusiasta caos de free-jazz
desarrollado en una alternancia de pasajes lacónicos y extrovertidos. ‘La
Charamusca’ se focaliza en cadencias étnicas sobre las que el clarinete bajo y
varios sonidos digitales completan el cuadro hipnótico, como una celebración en
el limbo. Lo étnico continúa marcando la pauta sonora en ‘Kame Hame Hop’,
aunque esta vez se maneja una clave jazz-fusión a través de la típica vena
experimental de la banda: lo celebratorio queda más desarrollado, y sin ser
algo netamente lírico, definitivamente emana cadencias ágiles y amables. ‘Man
Ray Mantra’ es todo un ejercicio de visceralidad concreta donde los oficios de
los artefactos de grabación articulan los sonidos de cuerdas, sintetizadores y
percusiones que se van vertiendo: porta un dinamismo muy vital que fácilmente
dejaría envidiosos a unos Art Zoyd o unos 5uu’s. Más adelante, ‘Zeliscar y
Zetulba’ desarrolla un esquema sonoro muy similar, aunque esta vez se enfila
bastante más hacia lo tétrico; más cercano a un Universe Zero que a un Art
Zoyd. Estando engarzado con ‘La Espuma de los Días’, la base monótona de este
tema funciona como un aterrizaje natural para ‘Zeliscar y Zetulba’. Antes de
ambos temas, ‘Maldoror’ desarrolla unas atmósferas mucho más relajadas,
retomando en parte las cadencias exhibidas en el tema 3, pero con un
realzamiento innegable del misterio: eso se debe a que el aspecto minimalista
está más explícitamente desarrollado. Con su extensión de 10 ½ minutos, ‘Del
Asesinato Considerado Como?’ desarrolla un sólido ejercicio sonoro
reconstructivo donde la desafiante libertad del jazz vanguardista, el
minimalismo, el retorcimiento perverso de la fusión y la vibración surrealista
de la musique concrete comulgan mutuamente en un ensueño sonoro tan envolvente
como inescrutable. Dado que comienza con arrullos fluyentes de un riachuelo,
‘Carametexi’ revela desde sus primeros segundos una continuidad bien definida
con los ambientes exhibidos en la pieza anterior. En todo caso, la pieza tiene
su enfoque central en la abundancia de juegos percusivos (tanto normales como
de utilería): en algún lugar del medio, emergen capas de sintetizador que
instauran momentáneamente un matiz cósmico al asunto, y más tarde, los
sintetizadores retornan para añadir densidad a las cadencias de base. ‘El
Brillo’, con sus climas frontalmente oníricos, cierra oportunamente el
repertorio oficial.
El primer bonus track, ‘Contranatura’, consiste en un soundscape vocal basado
en una distorsión digitalizada de un discurso gutural. Muy diferente es
‘Espejismo’, que ofrece un clima más ceremonioso, oscilando entre lo tétrico y
lo evocativo, utilizando cadencias fusionescas y ambientaciones exóticas en un
esquema explícitamente inquietante. Más que ningún otro tema, ‘Espejismo’ nos
muestra la faceta estilizada de Decibel. Tras estos bonus del año 1992 siguen
otros dos bonus de 1996. ‘Alejándose del Lugar’, que dura 12 minutos, comienza
como un ejercicio de free-jazz bien amalgamado con la sombría inquietud de un
Univers Zero 77-81; no pasa mucho tiempo antes de que el grupo se sumerja en
vaivenes sonoros aleatorios en los que la anarquía gesta una incontenible magia
sonora que destruye esquemas y desafía confines. Finalmente, ‘Lluvia Dorada’
prosigue con el espíritu intenso de la pieza precedente, aunque esta vez
totalmente decantado hacia las vibraciones delirantes inspiradas en el
free-jazz. Da la impresión de que se trata de una toma inconclusa de grabación,
pues el fade-out llega de repente, sin gradualidad. De este modo concluye esta
edición en CD de “Fortuna Virilis”, una obra suprema dentro de la vertiente
vanguardista del progresivo. Decibel es un nombre escrito con perennes letras
doradas en la tradición del rock vanguardista mexicano – un ítem especialmente
valioso para los fans progresivos de amplia receptividad vanguardista.
César Mendoza
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