Temas
- Observador del Universo I
- Luz, Asombro, Obscuridad
- Cascada
- ?Es Hora?
- Retorno a Kadiem
- Kiñe We Mapu Ta Ñi Yalalun
- Observador del Universo II
Integrantes
- Cristian Céspedes B.: teclados y voz
- Pablo Baigorrotegui H.: guitarras eléctrica y acústica
- Christian Céspedes O.: batería
- Carlos González V.: bajo, guitarras eléctrica y acústica
Formado por el teclista chileno Cristian Céspedes a fines de los 90s, el
proyecto musical Daltonia resulta directamente una propuesta musical conjugada
con la creación poética. El disco debut “Observador de un Uni-verso” refleja
una visión crítica del desenvolvimiento del hombre en su rol dentro del cosmos,
junto a la esperanza de que haya todavía ocasión para una redención. Las letras
(escritas alternadamente por Céspedes y Leonardo Véjar) son narradas, no
cantadas, recurso que realza la intención de Daltonia de mezclar música y artes
literarias.
El disco comienza con el primer ‘Observador del Universo’: ambientes
atmosféricos marcados por las cortinas de teclados y un compás sostenidamente
lento nos transportan por sencillos parajes sonoros contemplativos. La herencia
del Pink Floyd del “Wish You Were Here” se nota claramente: el desarrollo
instrumental se ciñe a las atmósferas, no elabora melodías literalmente
hablando. ‘Luz, Asombro, Obscuridad’ asume una actitud más tendiente a lo
épico: comienza con ambientes muy semejantes a los del tema de apertura, pero
hace un buen provecho de sus 8 ¼ minutos de duración para introducir algunas
variantes en el esquema rítmico, especialmente diseñados para crear un clímax
casi genesiano. Los motivos de cierre están marcadamente tirados hacia un
sinfonismo de tenor cósmico (Pink Floyd, Eloy). El hermoso instrumental de
guitarra acústica ‘Cascada’ permite a Baigorrotegui explayarse en sus intereses
de música académica, y de paso, rendir homenaje a Steve Hackett: algunos de los
motivos de ‘Cascada’ están inspirados por la emblemática pieza hackettiana de
guitarra clásica ‘Black Light’. ‘?Es Hora?’ con sus 10 minutos de duración, es
la pieza más larga del repertorio. De paso, también cabe indicar que la
complejidad compositiva ha aumentado relativamente, y también hay un mayor
punche en las interacciones de los músicos. Por su parte, las secciones más
lentas adquieren un reforzamiento en su sonoridad cósmica. ‘Retorno a Kadiem’
nos devuelve a los ambientes del tema 2 con unas sonoridades más sólidas de
teclado; el evocativo solo de guitarra es muy a lo Gilmour. ‘Kiñe We Mapu Ta Ñi
Yalalun’ es el número más peculiar del disco. Con letra en mapudungun (o
mapuche), este tema asume un esquema rítmico inspirado en cadencias tribales,
siendo así que el desarrollo instrumental coquetea con el etno-rock. La
alternancia entre los solos de guitarra y sintetizador es bastante fluida,
aunque por un lado menos positivo, percibo que la labor rítmica no explota del
todo las cadencias aludidas en el esquema de la pieza. Tal vez un mayor uso de
percusiones hubiese podido encapsular mejor el carácter iniciado en los
primeros minutos del tema, pero en fin, ya estoy especulando tentativamente… En
todo caso, se trata de un pertinente ejercicio de energía progresiva antes de
volver a la languidez reflexiva del segundo ‘Observador del Universo’, a la
sazón, el epílogo del disco: prefiero este tema de cierre al de apertura pues,
en mi humilde opinión, le saca más el jugo a la fuerza expresiva latente.
Daltonia es un proyecto muy interesante para los interesados en la creatividad
rockera de parentesco progresivo y con tendencias “spacey” estilizadas. A veces
siento personalmente que los aportes compositivos son un poco fallidos pues les
falta plasmar una mayor elaboración consistente con los climas creados
especialmente por los teclados. Pero bueno, a partir del tema 4 es que la
polenta sube de registro y podemos disfrutar de lo mejor que Daltonia ofrece en
este disco de debut. “Observador de un Uni-verso” será del agrado de todos los
fervientes admiradores de Pink Floyd, Genesis y Eloy que siguen ansiosos por
explorar el legado actual del rock sinfónico de raigambre cósmica.
César Mendoza
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