Temas
- Views (7:15)
- Kill Your Darlings (5:50)
- 4 Vessels (7:34)
- Six Minutes Closer to Death (5:49)
- Colossus (8:13)
- Remaining Rancour (4:33)
- Bad Dreams (Cruel Visions) (18:21)
Integrantes
- Gijs Koopman: bajo, teclados
- Dick Heijboer: teclados
- Rinie Huigen: guitarras, voz
- Hans Boonk: batería
Primer disco de este grupo neo holandés llamado Cliffhanger, uno de los pocos
de ese país que decidió ir más allá del status de alumno aplicado de los
clásicos británicos de los 80s y apuntar hacia una vertiente renovada dentro de
los bien definidos parámetros del género. Cliffhanger tuvo en sus primeros
álbumes un sonido confiadamente basado en una fibra especial que permitía
introducir una notable densidad a las sonoridades desarrolladas en las
composiciones: hay incluso ciertos coqueteos vandergraffianos en algunos
arreglos (no sonidos) que hacen a Cliffhanger aproximarse más a bandas como
Versus X, Discipline y Scythe que a Plackband o Grey Lady Down (y de rebote,
Pendragon o Abel Ganz), por ejemplo. Un factor importante para la gestación de
este tipo de aspereza extra en el sonido global de Cliffhanger está en el canto
del guitarrista Rinie Huigen. En general, vemos que el ensamble tiene todavía
un sonido un tanto crudo en este álbum “Cold Steel”, pero el vigor creativo
tiene una inmediatez tan inapelable que no es de extrañar que en su siguiente
álbum, “Not To Be or Not To Be!” ya se nota un sonido más cuajado – pero ello
es materia de otra reseña, por lo que nos concentraremos exclusivamente en
“Cold Steel”.
‘Views’ inicia el disco con un motivo ágil y ameno, pero es cuando el cuerpo
central se instala en las porciones cantadas que el tema se concentra en un
ambiente más contenido, cercano sin duda al Genesis de “Wind & Wuthering”.
‘Kill Your Darlings’ comienza con engañosos arpegios de sintetizador que suenan
como metalófonos, para luego desplegar un motivo central frenético y
estilizado. La amalgama que se cubre en la triangulación entre mellotron,
arpegios de sintetizador y la dupla rítmica elabora una arquitectura muy
efectiva en cuyo seno los riffs y fraseos de guitarra se acoplan muy bien. ‘4
Vessels’ tiene un clima un poco más inquieto, abierto a atmósferas psicodélicas
que se benefician bastante bien del carácter acompasado del ritmo básico
(mención especial para el bajista Koopman por sus dinámicas líneas). ‘Six
Minutes Closer to Death’ parece en un principio tener un esquema más simple, y
sería realmente muy asequible si no fuera por la presencia de intensos adornos
góticos provistos especialmente por el órgano sintetizado. Con la aparición de
variaciones de ambientes ya nos vamos adentrando en otro gran tema de genuinas
ambiciones progresivas. ‘Colossus’ es una semi-balada progresiva expandida
hasta un espacio de más de 8 minutos, lo cual le permite elaborar una serie de
climas fastuosos: el asunto nunca se escapa de las manos de los músicos,
quienes le aportan un aire cósmico al esquema netamente sinfónico con el que
están trabajando. ‘Remaining Rancour’ es un instrumental delicioso, enérgico y
tenso, donde se destaca un bajo que oscila vibrante en medio y a través de los
solos de guitarra y sintetizador. En un tema como éste se ve muy claramente
cómo Cliffhanger establece puentes musicales en aras de desafiar (incluso
romper) con el estándar neo. En fin, el disco concluye con la suite de 18+
minutos ‘Bad Dreams (Cruel Visions)’. Hay campo para muchas cosas aquí, pasajes
pomposos y otros más espartanos, ambientes fabulosos y otros un poco más
sombríos, secciones rítmicas frontalmente marchosas y otras muchas con mayor
complejidad. A poco de pasados los 10 ½ minutos hay un pasaje denso de cariz
cósmico, oportunamente sucedido por un sereno solo de piano. A continuación
sigue un estructurado viaje musical donde se maneja un código neo a punta de
inusuales compases armados sobre un ritmo extrovertido. El grandioso final hace
justicia al derroche de musicalidad que se ha expuesto en este tema.
“Cold Steel” es un muy buen disco donde Cliffhanger se desempeña en un muy
grato debut: en ocasiones como ésta vale la pena revisar la gran hornada neo
que sucedió en los 90s y hallar obras discográficas que destacan por un vuelo
creativo muy a la par con el entusiasmo del momento por resucitar (o al menos,
intentarlo) el fulgor del rock sinfónico.
César Mendoza
|