Temas
- Tercera Llamada (4:00)
- Tiroxina Rex (8:03)
- Peregrino (7:51)
- Al Mictlán (8:07)
- Laberinto (7:22)
- Rompecabezas (13:01)
- Corazón Alegre (5:49)
- Parkour (7:55)
- Caguamán (8:15)
Integrantes
- Francisco Sotelo: batería acústica, percusiones electrónicas
- Mauricio Sotelo: Grand stick, Chapman stick, charrófono, guitarra
electroacústica
- Ramsés Luna: saxos soprano y alto, wind midi, whistle
- Édgar Arrellín: sonorización, grabación en vivo
Recién llegado a mis manos en el Día de San Valentín, por fin llego a conocer
la nueva obra del ensamble mexicano Cabezas de Cera: “Hecho en México”, un
disco editado por Luna Negra a fines del año pasado 2007, compuesto de material
nuevo registrado en diferentes recitales que el grupo hizo en el mismo 2007. El
sonido del grupo sigue orientado por el sendero abierto en su doble
“MetalMúsica / Aleaciones Aleatorias”, aunque cabe señalar que en esta ocasión
hay un mayor explayamiento en sus inquietudes enmarcadas dentro del rock
experimental (algo tirado hacia lo cósmico) y psicodélico y una presencia más
atenuada del factor fusión. Se trata, pues, de un disco donde CDC pone más
énfasis en su faceta más explícitamente enérgica. Todo este despliegue de
sonido deja espacio suficiente para la exploración de sonidos digitales,
cerebrales y cálidos a la vez, aunque para nada dejando que las improvisaciones
y expansiones del momento se salgan del control – “Hecho en México” es una
muestra definitiva de la capacidad que tiene el trío de instrumentistas para
conectarse atentamente mientras cada miembro individual aporta lo suyo. El
sonidista, por su parte, se integra a las mil maravillas en estas nueve labores
de exploración realizadas por el ensamble.
El primer tema ‘Tercera Llamada’ abre el disco con una agilidad llamativa
aunque no absorbente: un notable ejercicio de jazz-rock mezclado con matices de
crimsonismo ochentero, con un rol protagónico del saxo soprano, y que llama la
atención de manera directa. ‘Tiroxina Rex’ mantiene el momentum con un
pertinente incremento tanto de la polenta como de la complejidad estructural:
aún así, no se trata de una pieza abstrusa, sino que más bien mantiene un
efectivo nivel de agilidad. Las alternancias entre pasajes agresivos y sutiles
y entre sonoridades fuertes y etéreas son manejadas con pulcra fluidez.
‘Peregrino’ nos brinda las primeros momentos de cándida calidez: el ensamble se
traslada a través de parajes exóticos cuasi-arábigos. Los cambios de ritmo y
atmósfera son como momentos diversos de un solo viaje espiritual. ‘Al Mictlán’
conserva el acento exótico pero con una actitud experimental más acentuada: el
wind midi despliega sonidos tan cósmicos como inquietantemente filudos mientras
el charrófono y la batería van armando y rearmando las bases durante el
desarrollo del jam. La coda gira sorpresivamente las cosas hacia un esquema de
jazz-funky. ‘Laberinto’ recapitula la estrategia de variación y contraste ya
presente en ‘Tiroxina Rex’, entretejiendo los diversos motivos con nervio y
destreza absolutos. Pasamos ahora al número más extenso del disco,
‘Rompecabezas’. El tema comienza con unos aleatorios efectos cósmicos que crean
un ambiente de extensa expectativa, antes de que el ensamble se vaya asentando
paulatinamente en un jam. La intención de este jam es la explotar en un
crescendo bien cuidado el potencial de incandescencia que va germinando desde
un primer momento, hasta llegar a lo que tal vez sea la porción más contundente
del disco. Algunos momentos son realmente delirantes, siendo así que las cosas
llegan a ponerse un poco metaleras en medio de la implacablemente emergente
neurosis. ‘Corazón Alegre’ baja los decibeles y apunta hacia una actitud
diferente, más lírica: la manera en que los músicos transitan entre la fusión
relajada y el jazz-rock es típica de CDC, y para que no falte su toque de
extravagancia, se introducen algunos adornos cibernéticos, aunque es para
añadir una dosis extra de color, no para registrar un recurso de contraste.
‘Parkour’ es el tema más alevosamente disonante del disco, con su perturbadora
combinación de deconstrucción tipo RIO, heavy prog y experimentación
electrónica. La tormenta sonora que se va acumulando sobre el esqueleto del
clímax es más incendiario de lo que las palabras puedan decir. Nada de esto es
territorio desconocido para CDC, a estas alturas de su carrera. Con el tema que
le da cierre ‘Caguamán’ el grupo explora la dimensión aérea de su propuesta: el
esquema sonoro de esta pieza ahonda notoriamente en lo etéreo, y por ello, tras
el incendio provocado por el tema inmediatamente precedente, esta pieza es más
como una suave llama que persiste en hacerse sentir en medio de una neblina.
Hay momentos en los que el ensamble llega a estallar, pero de una forma tan
contenida que todo se traduce en un clímax controlado.
Este disco es tan cohesivo en su intensidad y frescura experimental que me
resulta difícil señalar temas particularmente favoritos, aunque admito que los
temas 2, 5, 6 y 8 son los que más me han llamado la atención en estas primeras
escuchas. En todo caso, califico a “Hecho en México” como una obra sumamente
interesante para la presencia actual de la escena rockera experimental en
Hispanoamérica: ojalá hubiese conocido este disco antes para así darle una
posición en mi lista personal de favoritos del 2007. Cabezas de Cera sigue
siendo una voz única y una visión campeona dentro del progresivo mexicano y
mundial.
César Mendoza
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