Temas
- Veintuno
- Gocxilla
- Encantador de Serpientes
- Un Pueblo Escondido
- Caravana
- Pretexto a un Texto fragmentado
- Gitana
- Frontiera
- Al Aire
Integrantes
- Mauricio Sotelo: grand stick, guitarras eléctricas y acústicas, bajo
- Ramsés Luna: saxo, clarinete, flauta, whistle
- Francisco Sotelo: batería, percusión electrónica
Colaboradores – Carlos Matute (sintetizador en 1), Jorge “Cox” Gaitán
(violín en 4), Germán Bringas (trompeta en 5), Enrique Herranz (locución en
9)
Tras debutar con un cassette en 1997, el trío vanguardista mexicano Cabezas
de Cera tomó por asalto con este disco la atención y oídos del público
progresivo afín a las facetas más bizarras del género, a nivel mundial...
que no es poca cosa. La manera en que se sigue vertiendo elogios sobre su
excelente trabajo posterior “Un Segundo” no es sino una consecuencia
necesaria del nivel de madurez mostrado por el grupo tanto en su
afiatamiento sonoro como en su creatividad. Comenzaré diciendo que este
disco debut es un prodigio de ingenio y coherencia que agrupa de manera
compacta y ágil la diversidad inherente al material.
‘Ventiuno’ abre el disco con una cadencia jazz-rock sostenida sobre el juego
bien afiatado del bajo y la batería, una cadencia realzada por los
elegantemente armados fraseos de guitarra y empapada de aires exóticos
provistos por el saxo, mientras que el sintetizador ayuda a añadir una
aureola cósmica delicada al asunto. ‘Goxcilla’ es la primera pieza en la
cual CDC muestra su faceta más agresiva, haciendo una alucinante mezcla
entre King Crimson y el RIO tipo Present: a pesar de que la sección rítmica
no se apunta a un compás intrépido o machacante, la verdad es que esta pieza
se siente potente, e incluso “peligrosa”: incluso el evocativo solo de
clarinete que emerge a partir del tercer minuto mantiene un aura sutilmente
tétrica. El clímax del tema nos retrotrae al espíritu crimsoniano de la era
73-75 con majestuosidad. Y qué mejor contraste puede haber en situaciones
como ésta cuando la banda vira hacia los colores más cándidos de lo étnico
en ‘Encantador de Serpientes’: una pieza bella en la cual lo
hispanoamericano criollo y lo oriental se funden en un solo sonido, con la
guía hipnótica de una flauta traviesa y alegre, sostenida por efectivos
rasgueos de guitarra acústica y una base rítmica grácil. En la segunda mitad
aparecen punteos de guitarra acústica y un solo de saxo que no tarda en ser
replicado por la flauta en el cierre definitivo. Éste es, EMMO, uno de los
puntos culminantes del disco. ‘Un Pueblo escondido’ también nos brinda
colores telúricos, pero esta vez la amabilidad sonora aparece reciclada a
través de una parafernalia de percusiones electrónicas, sólidas texturas de
guitarra y sampleos, las cuales sirven de sostén para los solos de vientos y
violín que se van sucediendo. El primer minuto de ‘Caravana’ reitera la
sonoridad exótica (esta vez arábiga), hasta que la cosa se convierte en un
jam rockero alucinado tipo RIO (grandes intervenciones de trompeta a cargo
del invitado Germán Bringas); poco antes de llegar al 2’40”, los colores
arábigos resurgen, esta vez con un bien armado diálogo entre un fiero stick
y un coqueto whistle, lo cual no es sino un intermedio antes del reprise del
jam antes descrito. ‘Caravana’ es una de mis piezas absolutamente favoritas
del disco.
El sexto tema del disco, ‘Pretexto a un Texto Fragmentado’, es todo un
ejercicio alucinado de crimsonismo a lo Projeckt y vanguardia electrónica,
con discursos e invocaciones críticas sobre el sistema social burgués
contemporáneo, en los cuales el pesimismo existencialista y el sarcasmo
dadaísta se dan la mano. Una pieza que puede incluso resultar apta para una
pista de baile trance. ‘Gitana’ nos devuelve a sonoridades exóticas muy a lo
flamenco-jazz con aires arábigos muy a flor de piel, siendo así que la
percusión y el saxo arman una triangulación muy efectiva, en medio de la
cual la guitarra acústica llena el espacio con patente candidez. Si queremos
más crimsonismo, no debemos esperar mucho: ‘Frontiera’ ofrece una cadencia
guitarrera muy a lo Fripp-Belew, aunque con un aura más etérea, más afín al
sonido de Gordian Knot, por poner el primer paralelo que se me viene a la
cabeza. La sensibilidad de Ramsés Luna le permite meter sus cautivadoras
líneas de saxo y clarinete con total naturalidad en medio de un ambiente
sonoro contenido, mientras que Sotelo da rienda suelta a su admiración por
Bill Bruford. En fin, ‘Al Aire’ es un jam de corte jazz-rock en el cual el
saxo asume un protagonismo notorio: en los momentos en que éste se esconde,
emerge una voz de locutor de radio que ofrece mensajes irónicos con una
aureola ceremoniosa. Un manera muy especial de poner cierre a un disco
bastante especial.
Cabezas de Cera es uno de los puntos de referencia más sólido del rock
experimental actual de Latinoamérica y el resto del mundo, y este disco
homónimo ofrece una justificación enormemente válida para ello.
César Mendoza
|