Temas
- Hell's Bells
- One of a Kind (Part 1)
- One of a Kind (Part 2)
- Travels with Myself - and Someone Else
- Fainting in Coils
- Five G
- The Abingdon Chasp
- Forever until Sunday
- The Sahara of Snow (Part 1)
- The Sahara of Snow (Part 2)
Integrantes
- Bill Bruford: batería, percusión, parloteo
- Jeff Berlin: bajos, voz
- Dave Stewart: teclados
- Allan Holdsworth: guitarras
Colaboradores – Sam Alder y Anthea Norman-Taylor (parloteo)
En el tiempo en que Bill Bruford editó éste, su segundo trabajo solista, ya
había gozado de espacio para desarrollar su propia voz dentro del terreno
del jazz-rock, un terreno al cual siempre había querido dedicarse a tiempo
completo. Pero además, teniendo en cuenta que la experiencia con UK estaba
reciente, no debería extrañarnos el hecho de que Bruford quisiera darle un
espacio más amplio a sonoridades propiamente progresivas dentro de su línea
jazzera en comparación con su excelente disco debut “Feels Good to Me”. El
poderoso tema de entrada ‘Hell’s Bells’, compuesto al alimón por Stewart y
Alan Gowen, ofrece un esplendor cautivante de entrada con esas majestuosas
frases y cortinas de teclado que van liderando las vías de expansión del
motivo central. La gestación de ‘The Sahara of Snow’ también tiene una
profunda raíz progresiva, y ello se debe a que es una composición de Bruford
y Eddie Jobson que data de los primeros tiempos de UK (incluso hay un
bootleg en el cual el cuarteto primigenio del susodicho grupo ejecuta este
temazo). Sobre esta pieza volveremos más adelante.
Tras el llamativo tema de entrada, viene la pieza homónima, dividida en dos
partes. Continuando con la vena fusión con coqueteos de obvia tendencia
Canterbury, Bruford instala una sólida base rítmica que transmite
jovialidad: la presencia del vibráfono para simultáneamente ayudar a
cimentar la base rítmica y complementar varios fraseos de guitarra ayuda
ciertamente a reforzar la jovialidad de la pieza. Más adelante, en la
segunda parte, emergen algunas improvisaciones enmarcadas dentro de un
encuadre bien definido de elegancia: con todo, Holdsworth no puede con su
genio y destaca como protagonista del ensamble al exhibir sus típicas dosis
de fraseos entrecortados y llenos de espíritu libre. Luego sigue el clímax
jazzero con ‘Travels with Myself - and Someone Else’, una pieza con
predominante acento lírico tanto en los momentos más relajados como en los
más extrovertidos. Si esto suena en teoría similar a las líneas de trabajo
creadas por bandas como National Health y Gilgamesh, pasemos al siguiente
tema ‘Fainting in Coils’ para que esta impresión se confirme con creces, una
pieza dinámica y estilizada que resulta muy emparentada con la vertiente más
patentemente fusionesca del Canterbury. El trabajo de orquestaciones de
teclado de parte de Stewart resulta vital para imponer un sello de magnífica
majestuosidad a la pieza. Menos majestuoso y más grácil es ‘Five G’, un
impresionante ejercicio de precisión e interacción en el que Berlin asume un
poco de protagonismo con su pulcro manejo de complejas líneas de bajo. Con
todo, los solos expandidos de Holdsworth vuelven a ocupar un rol imponente a
la hora de explotar las cadencias implícitas en la interacción creada entre
la dupla rítmica y los juegos armónicos de teclado. No quiero pasar por alto
el impresionante solo de teclado que se manda Stewart antes de que
Holdsworth haga lo propio - breve pero infinitamente intenso.
Con ‘The Abingdon Chasp’, la única composición ofrecida por Holdsworth para
este disco, el asunto se vuelve más ceremonioso, aunque mantiene en buena
parte la aureola de gracilidad que había llenado los pasajes más intensos
del repertorio precedente. Se trata de una pieza muy al estilo de los discos
solistas de Holdsworth, jugando con improvisaciones inteligentemente
dosificadas sobre una base compositiva básica, dejada a “medio desarrollar”
aposta. ‘Forever until Sunday’ es una pieza sobria y evocativa cuya función
principal parece ser la de preludio a la amalgama sonora que pronto vendrá
encapsulada en ‘The Sahara of Snow’. La primera parte de ‘The Sahara...’
alterna interludios de cariz cósmico con un motivo pegadizo en 7/8, mientras
que la segunda se basa en la constante espiral de un motivo cadencioso,
sostenido sobre un juego sincopado de batería y piano e impulsado hacia
dimensiones de peculiar intensidad por los solos de guitarra. Un final
redondo para un disco excelente – “One of a Kind” es, sin duda, una de las
obras maestras del maestro Bill Bruford.
César Mendoza
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