Temas
Parts I – VIII
Integrantes
- Tim Drumheller: teclados, programaciones, producción
- Rick Eddy: teclados, poesía, títulos
Colaboradores – Scott McGill (guitarras), Vic Stevens (batería, percusión)
Este año 2006 he estado descubriendo (tardía pero gratamente, sin duda) la
estupenda obra musical de A Triggering Myth, y ahora que he llegado a
conocer su ambiciosa suite del año 2002 “Forgiving Eden”, puedo decir que
este grupo tiene bien merecido su sitial dentro del parnaso progresivo
actual. Comparado con su segundo disco “Twice Bitten”, esta quinta oferta de
ATM resulta más compacta y sólida, y además, mucho más aventurada en esa
peculiar combinación de sinfonismo mágico a lo Happy the Man, prog jazzeado
de inspiración Canterbury y juegos estilizados de disonancias a lo Gentle
Giant. Las visiones musicales de Drumheller y Eddy hallan en este material
una encarnación que asombra por el derroche de ingenio destilado en las
ideas musicales como en la inventiva osada empleada para arreglarlas en una
pieza de desarrollo unitariamente fluido. Con la participación del
guitarrista Scott McGill y el baterista Vic Stevens – dos invitados de lujo
– Drumheller y Eddy se aseguran de contar con una “voz” adicional para el
incremento de los ornamentos melódicos (en el primer caso) y con una base
rítmica que aporte creatividad a la diversa variedad de motivos y compases
(en el segundo).
Los poco más de 3 minutos de la Parte I están ocupados por una secuencia
jazzera marcada por el piano, sobre la cual se van aunando adornos extraños,
y a la vez efectivos, de sintetizadores y guitarras. Con el ruido de varias
voces recitando algo el ambiente se pone un poco más raro aun, antes de la
entrada de la Parte II, una sección que comienza de manera muy enérgica para
luego aterrizar en una sesión de cadencias etéreas de corte principalmente
orquestal. Esta aureola de sonidos flotantes y sutilmente inquietos me
recuerda mucho al mejor However. Con la Parte III, que dura 7 minutos, el
grupo opta por realzar el aire académico y crear así la que tal vez sea la
sección más fastuosa y pomposa del disco. En dicha Parte III la lógica del
enredo es manejada por el dúo y sus colaboradores con infinita prestancia,
haciendo que los sorprendentes giros melódicos y variaciones de ambiente se
sientan naturales a pesar de ser bizarras, casi deconstructivas. La Parte IV
contiene un aura semejante, aunque la dosis de delicadeza es mayor y el aire
bizarro un poco menor. Las Partes III y IV son el punto máximo de sinfonismo
dentro de esta suita, mientras que las dos partes siguientes llevan a la
faceta jazzera del grupo a su punto culminante de exploración. La ilación de
las Partes V y VI conforma mi sección favorita de toda la suite, siendo así
que los pasajes más extrovertidos son trabajados con mucha clase (algo así
como una cruza entre Return to Forever y Holdsworth) mientras que los más
relajados reciben una herencia clara de Happy the Man con una dosis extra de
espiritualidad brumosa. Los entuertos melódicos y armónicos que van
emergiendo no se deshacen, sino que se diluyen en los giros sucesivos con
perfecta fluidez. La Parte VI (la más larga, pues dura 9 ½ minutos) incluye
una retoma del motivo de la Parte I. La Parte VII incluye algunas
recapitulaciones de motivos anteriores, además de otros nuevos que casi
igualan la elegante extravagancia de los momentos más etéreos incluidos en
las Partes IV-VI. Cuando se acerca al final, surge un pasaje de serena
belleza bucólica seguido por otro más saltarín, propio de la visión
académica lúdica de un Grieg en un contexto progresivo. Con la Parte VIII la
suite llega a su conclusión, la misma que incluye un reprise del hermoso
motivo de piano que aparecía al final de la Parte IV.
Concluyendo, “Forgiving Eden” es una gozada inapelable de 43 minutos en la
que ATM demuestra su valía artística con el logro de una maduración y
solidificación patentes en su estilo. No se trata de un disco que muchos
melómanos puedan tal vez escuchar dos veces seguidas, pero sin duda está tan
lleno de matices y sorpresas que deja con las ganas de volver a escucharlo
de nuevo en muy pocos días – es, a fin de cuentas, una gema progresiva de
nuestro milenio que no debe faltar en la colección de los fans más inquietos
del género.
César Mendoza
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