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 A Triggering Myth: "Forgiving Eden" (2002)

Discografica: The Lasers Edge

Temas:

  1. Forgiving Eden (43:32)

Musicos:

  • Tim Drumheller-keyboards, programming, production
  • Rick Eddy-keyboards, titles, poetry

Invitados:

  • Scott McGill - Guitars: Brian Moore guitars, Koch amplification, DR strings and Line 6 signal processing.
  • Vic Stevens - drums, percussion: Paiste cymbals and Sonor drums.

En 1989 los tecladistas Tim Drumheller y el tambien guitarra Rick Eddy formaron en Richmond, el grupo A Triggering Myth.

Su musica completamente instrumental tiene multitud de influencias, la musica clasica, el jazz, la fusion, el Canterbury y el Rock Sinfonico y Progresivo setentero, y es en esta onda donde transcurre el tema de casi 44 minutos, musica elaborada y compleja de largos desarrollos instrumentales sinfonicos y progresivos.

Puntuacion: 7.5/10

Salu2 Sinfoprogresivos

© Juan

Temas Parts I – VIII

Integrantes

  • Tim Drumheller: teclados, programaciones, producción
  • Rick Eddy: teclados, poesía, títulos Colaboradores – Scott McGill (guitarras), Vic Stevens (batería, percusión)

Este año 2006 he estado descubriendo (tardía pero gratamente, sin duda) la estupenda obra musical de A Triggering Myth, y ahora que he llegado a conocer su ambiciosa suite del año 2002 “Forgiving Eden”, puedo decir que este grupo tiene bien merecido su sitial dentro del parnaso progresivo actual. Comparado con su segundo disco “Twice Bitten”, esta quinta oferta de ATM resulta más compacta y sólida, y además, mucho más aventurada en esa peculiar combinación de sinfonismo mágico a lo Happy the Man, prog jazzeado de inspiración Canterbury y juegos estilizados de disonancias a lo Gentle Giant. Las visiones musicales de Drumheller y Eddy hallan en este material una encarnación que asombra por el derroche de ingenio destilado en las ideas musicales como en la inventiva osada empleada para arreglarlas en una pieza de desarrollo unitariamente fluido. Con la participación del guitarrista Scott McGill y el baterista Vic Stevens – dos invitados de lujo – Drumheller y Eddy se aseguran de contar con una “voz” adicional para el incremento de los ornamentos melódicos (en el primer caso) y con una base rítmica que aporte creatividad a la diversa variedad de motivos y compases (en el segundo).

Los poco más de 3 minutos de la Parte I están ocupados por una secuencia jazzera marcada por el piano, sobre la cual se van aunando adornos extraños, y a la vez efectivos, de sintetizadores y guitarras. Con el ruido de varias voces recitando algo el ambiente se pone un poco más raro aun, antes de la entrada de la Parte II, una sección que comienza de manera muy enérgica para luego aterrizar en una sesión de cadencias etéreas de corte principalmente orquestal. Esta aureola de sonidos flotantes y sutilmente inquietos me recuerda mucho al mejor However. Con la Parte III, que dura 7 minutos, el grupo opta por realzar el aire académico y crear así la que tal vez sea la sección más fastuosa y pomposa del disco. En dicha Parte III la lógica del enredo es manejada por el dúo y sus colaboradores con infinita prestancia, haciendo que los sorprendentes giros melódicos y variaciones de ambiente se sientan naturales a pesar de ser bizarras, casi deconstructivas. La Parte IV contiene un aura semejante, aunque la dosis de delicadeza es mayor y el aire bizarro un poco menor. Las Partes III y IV son el punto máximo de sinfonismo dentro de esta suita, mientras que las dos partes siguientes llevan a la faceta jazzera del grupo a su punto culminante de exploración. La ilación de las Partes V y VI conforma mi sección favorita de toda la suite, siendo así que los pasajes más extrovertidos son trabajados con mucha clase (algo así como una cruza entre Return to Forever y Holdsworth) mientras que los más relajados reciben una herencia clara de Happy the Man con una dosis extra de espiritualidad brumosa. Los entuertos melódicos y armónicos que van emergiendo no se deshacen, sino que se diluyen en los giros sucesivos con perfecta fluidez. La Parte VI (la más larga, pues dura 9 ½ minutos) incluye una retoma del motivo de la Parte I. La Parte VII incluye algunas recapitulaciones de motivos anteriores, además de otros nuevos que casi igualan la elegante extravagancia de los momentos más etéreos incluidos en las Partes IV-VI. Cuando se acerca al final, surge un pasaje de serena belleza bucólica seguido por otro más saltarín, propio de la visión académica lúdica de un Grieg en un contexto progresivo. Con la Parte VIII la suite llega a su conclusión, la misma que incluye un reprise del hermoso motivo de piano que aparecía al final de la Parte IV.

Concluyendo, “Forgiving Eden” es una gozada inapelable de 43 minutos en la que ATM demuestra su valía artística con el logro de una maduración y solidificación patentes en su estilo. No se trata de un disco que muchos melómanos puedan tal vez escuchar dos veces seguidas, pero sin duda está tan lleno de matices y sorpresas que deja con las ganas de volver a escucharlo de nuevo en muy pocos días – es, a fin de cuentas, una gema progresiva de nuestro milenio que no debe faltar en la colección de los fans más inquietos del género.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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